Desde finales del siglo XVIII, cuando el médico inglés Edward Jenner desarrolló la vacuna contra la viruela, se sentaron las bases para las vacunas modernas que hoy en día tenemos [1]. Gracias a la vacuna contra la viruela, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara a esta enfermedad como erradicada en todo el mundo en 1980, poniendo fin a una enfermedad considerada como una de las más mortales. Solo en el siglo XX, murieron aproximadamente 300 millones de personas de viruela. Con el desarrollo de las vacunas, muchos estudios en diferentes áreas de la ciencia se han potenciado e interconectado. Por ejemplo, hoy en día sabemos más sobre los mecanismos por los cuales el sistema inmune nos protege de las enfermedades para las cuales somos vacunados y la seguridad de los biológicos. También se ha estudiado la dinámica de la transmisión de enfermedades, donde la epidemiología es un área importante que se interconecta con las vacunas, y que estudia la frecuencia, distribución y determinantes de las enfermedades en poblaciones. Con esta información podemos identificar qué enfermedades son prioritarias para la vacunación y a su vez evaluar la efectividad de los programas de vacunación, que deriven políticas de salud pública que garanticen el bienestar de una población.
Las vacunas son herramientas de prevención que ayudan a protegernos de enfermedades infecciosas cuyos síntomas y repercusiones son de gravedad o para las cuales no tenemos un tratamiento o es poco efectivos. Al reducir la incidencia de enfermedades, la vacunación también contribuye a disminuir la transmisión de estas enfermedades en la comunidad. Para muchas enfermedades, se ha logrado eliminar su presencia o tener una muy baja incidencia que desgraciadamente, puede incrementarse por varias razones: 1) mutaciones en la información genética del patógeno que produce la enfermedad (como un virus) para escapar del sistema inmune; 2) cambios o defectos en la elaboración de las vacunas; 3) deficiencias en los esquemas y coberturas de vacunación, o bien; 4) desabasto de vacunas. Alguna de estas variables o una combinación de varias de ellas, pueden dar el mismo resultado, que es la reaparición o incremento de casos de alguna enfermedad.
Gracias a la vacuna triple viral (SRP), en 2024 el continente americano fue nuevamente verificado como libre de sarampión, rubéola y el síndrome de rubéola congénita (SRC). Sin embargo, recientemente se identificaron múltiples casos de sarampión, incluidos algunos fatales, en países y territorios de la región. En 2025, los casos de sarampión que se reportaron han ido al alza y México no fue la excepción. Para el 28 de febrero, la Organización Panamericana de la Salud lanzó una alerta en la región del continente americano [2], ya que son varios los países donde se han presentado brotes considerables. Si revisamos los datos de la cobertura de vacunación en México, notamos que el 2020 fue el año en que se tuvo una cobertura menor al 30% para las vacunas trazadoras, lo que nos indica que la cobertura para la vacuna SRP fue también baja [3], y a pesar de que se lograron coberturas de alrededor del 80%, desde el 2013 no se ha llegado a la meta de 95% que se requiere para un virus tan contagioso como lo es el sarampión. De hecho, en el 2019 se tuvo la cobertura más baja, de 73%, por lo que desde hace 6 años estuvimos corriendo el riesgo del resurgimiento del sarampión del cual nuestro país se había librado desde hace 40 años. Otro factor importante para considerar es el incremento de casos de sarampión en Estados Unidos, que por razones ideológicas tienen un problema aun mayor que nosotros en cuanto a vacunación.
Tomando en cuenta esta información, no es de extrañarnos que actualmente el sarampión haya vuelto a afectar nuestro país y, en particular, Chihuahua encabeza la lista de casos. En el caso particular de Chihuahua, un factor es que el estado colindante de Texas lo duplica en el número de casos [5] y la migración entre ambos Estados es inevitable. En nuestro país, el grupo etario más afectado es el de 0-4 años, que corresponde a niños nacidos en el período de menor cobertura de vacunación. Para otros grupos que abarcan edades de 20 y hasta 40 años, también se registra un gran número de casos que podrían corresponder a padres de infantes afectados con sarampión y cuya exposición constante y desconocimiento de la enfermedad favorezcan la infección a pesar de que, en teoría, esos grupos estaban vacunados.
Este resurgimiento es un recordatorio sobre el peligro latente que representan enfermedades que, a pesar de haber sido erradicadas a nivel mundial, siempre existe la posibilidad de que resurjan y nos afecten gravemente (hay 12 muertes por sarampión en 2025 en México). Como ya se mencionó, las causas pueden ser varias, pero en el caso del sarampión, todo apunta a una deficiencia en las jornadas de vacunación, causada por el desabasto de vacunas, el personal para llevar a cabo a inmunización a nivel nacional de manera sincrónica y –posiblemente- algo de falta de voluntad por parte de la población que posiblemente es producto de la frustración de varios años consecutivos de la poca disponibilidad de vacunas. La solución es relativamente sencilla: 1) compra oportuna y abasto de vacunas; 2) aseguramiento en la logística tanto para la distribución como la administración de las vacunas; 3) información oportuna sobre las jornadas de vacunación, y 4) corresponsabilidad del gobierno y sociedad para alcanzar la meta del 95% de cobertura o la correspondiente a cada enfermedad.
Ligas de interés:
[2]https://www.paho.org/es/documentos/alerta-epidemiologica-sarampion-region-americas-28-febrero-2025
[3]https://paho-cim.shinyapps.io/immunization-dashboard/
[4]www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/1011355/INFORME_DIARIO_SARAMPION_20250728.pdf
[5] https://www.dshs.texas.gov/es/news-alerts/brote-de-sarampion-2025