El acordeón es un instrumento fundamental en la música vernácula mexicana, especialmente en el género norteño y banda. Su sonido es muy característico, lo cual le da una versatilidad única. Su estructura particular ha hecho que el término “acordeón” tenga un significado distinto en otros contextos, como en la preparación de un examen o evaluación. Un "acordeón" se refiere a un resumen en un pequeño pedazo de papel doblado con varios pliegues y que los estudiantes utilizan para estudiar, pero más frecuentemente para hacer trampa, ya que lo utilizan a escondidas durante la prueba, lo cual no está permitido. Si descubren a alguien usando un acordeón, las consecuencias pueden llegar a la anulación de la prueba.
Ahora bien, el domingo 1 de junio se llevó a cabo un suceso histórico en nuestro país, pero que pasó con más pena que gloria a los registros de nuestra democracia. Como comenté en una contribución pasada [1] dentro de esta columna, se llevó a cabo la elección de 881 cargos federales judiciales, para los cuales había más de 3 mil candidatos. En particular, 9 posiciones para ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) eran de los puestos más importantes a elegir, ya que la SCJN era el último contrapeso que teníamos ante los otros dos poderes en el país, que se encuentran dominados por un mismo partido político. Sin embargo, casi el 90 por ciento de los votantes se abstuvo de votar, resultando en una de las participaciones más bajas en unas elecciones federales desde que México pasó a la democracia a principios del siglo XXI. La paupérrima participación de solo el 13% de casi 100 millones de votantes, es uno de los primeros factores a evaluar sobre la legitimidad de las elecciones, además de poco más de 22% de votos anulados. Un problema en esta elección fue el abrumador número de opciones que figuraban en las papeletas, además de un presupuesto limitado para organizar las elecciones y finalmente una nula comprensión de la importancia que tienen los jueces y su labor.
Y es en este punto donde regresamos al acordeón, ya que en esta elección hubo muchas irregularidades, dentro de las cuales, el Instituto Nacional Electoral (INE) recibió 29 denuncias en contra de los llamados “acordeones” o guías de votación a favor de candidaturas que contendieron en la elección judicial. Ante las denuncias presentadas, la Comisión de Quejas y Denuncias investigó y dio vista tanto a la Unidad Técnica de Fiscalización del Instituto, como a la Fiscalía Especializada en materia de Delitos Electorales (FISEL) y a la Fiscalía General de la República para que determinen lo que en derecho corresponda [2]. La información de los acordeones coincide en un 80% con las candidatas y candidatos ganadores a nivel nacional. Entonces, ¿ya se tenían a los ganadores, pero faltaba la simulación del proceso para validarlos e imponerlos? Otras irregularidades encontradas fueron boletas sin doblar dentro de las urnas, boletas con la misma caligrafía y sobre las casillas “zapato”, que son aquellas casillas que tuvieron más de un 100% de votos esperados, donde se anularon 818 de estas casillas y que representan un 0.9% de total de casillas instaladas (83 mil 956) en la jornada electoral. A pesar de todas estas irregularidades, la elección fue validada durante la votación del Consejo General del INE para aprobar la validez de la elección de la Corte, por seis votos a favor y cinco en contra. El validar este proceso electoral, donde existieron prácticas fraudulentas como la movilización organizada de votos y una alineación mecánica siguiendo listas preestablecidas sin distinguir entre los candidatos, sus méritos y sus trayectorias, es una afrenta a la democracia que poco a poco se fue construyendo en nuestro país.
Estos acordeones tocaron el ritmo de la anti-democracia y lo más preocupante fue que nada ni nadie pudo evitarlo, aún con evidencias claras de irregularidades. Tampoco habrá consecuencias ante estas conductas y lo esperado para las futuras elecciones es un regreso al “paleolítico” electoral, a la vieja usanza del partido político que nos gobernó durante casi 70 años [3].Todo apunta a que hasta el 2027, cuando se celebre la votación de la segunda fase de las elecciones judiciales y las votaciones para 17 nuevos gobernadores, cientos de escaños en la Cámara Baja del Congreso, alcaldes y más de mil legisladores locales, los mexicanos tendremos que depender de lo que pueda hacer una agonizante oposición que no ha podido hacer frente al partido guinda y dudosamente lo hará sin el apoyo y contrapeso de las instituciones como el INE, en un país donde dejó de existir la separación de los poderes.