El desvío de recursos públicos y el enriquecimiento inexplicable son dos categorías del cáncer de la corrupción que reprocha el ciudadano de sus representantes populares desde décadas atrás.
La transición política que vive el país desde 2018 no terminó con los vicios, como lo proclamó Andrés Manuel López Obrador con la “honestidad valiente”; por el contrario, investigaciones oficiales en curso, revelaciones periodísticas y trabajos expuestos por organizaciones no gubernamentales muestran que la plaga se reinventa en el sistema político nacional.
Lujo, derroche, impunidad… son señalamientos crecientes e inocultables hacia figuras del modelo actual de gobierno. La medianía, sobriedad y austeridad son sólo un engaño, mientras se diversifican las evidencias entre adquisición de propiedades millonarias, vuelos privados, viajes de lujo…