La inflación en México, y el mundo, está llegando a niveles históricos. Este fenómeno económico ha provocado ya un alza en los precios de productos indispensables para nuestra vida cotidiana. Esta necesidad me ha llevado a reconectar con uno de mis grandes amores, tanto en mi ciudad como cuando viajo: los mercados tradicionales mexicanos.
En la Ciudad de México mi favorito ha sido por muchos años el Mercado de La Merced, donde no solo he comprado alimentos frescos para mi cocina, también he hecho muchos amigos, disfrutado de su comida en distintos locales y hasta sido guía de turistas interesados en conocer más sobre la gastronomía mexicana. Sin embargo, ahora que volví a la CDMX me instalé a vivir en la zona sur, por lo que ir hasta el centro me resulta cansado y caro, así que hacer las compras de todos los días en La Merced quedó descartado.
Otro mercado que es una gran opción para quienes buscan calidad y precio es Jamaica, donde además hay tantas flores que siempre huele rico, y por supuesto abunda la buena comida. Lamentablemente también me queda lejos de casa y no me resulta práctico volverlo mi lugar favorito para las compras.
Así que por primera vez en mi vida me aventuré en la inmensidad de la Central de Abastos, el mercado más grande del mundo, y que queda a solo 20 minutos en auto de mi nueva casa. Es extraño que una amante de los mercados, como yo, no hubiera visitado la famosa Central antes, pero así es. Creo que por mucho tiempo le hui a su enormidad.
Y es que estamos hablando del mercado mayorista y minorista más importante del país, aquí se comercializan más de 15 mil productos, provenientes de todos los estados de México y además, se pueden encontrar productos de otros 10 países del mundo.
La Central de Abastos está conformada por 32 hectáreas, divididas a su vez en ocho sectores diferentes. El de aves y cárnicos, que yo personalmente evité porque no tenía intención de comprar esos productos, llámenme exagerada pero hace tiempo que solo compro cárnicos en MeatMe, porque no confío en el manejo que se tiene con la carne en los mercados, pero esa es otra historia.
El siguiente sector, que sí recomiendo ampliamente visitar, es el de flores y hortalizas. Los precios y diversidad, pero sobre todo el color de las flores volverá su visita completamente inolvidable. A lado, en el de las hortalizas pueden encontrar todo lo necesario para crear un menú vegetariano abundante y delicioso.
Sin embargo, no olviden que este mercado gigantesco casi todo se vende por mayoreo, por lo que mi consejo es organizarse con familiares y amigos para comprar una caja, que es lo mínimo que te venden, para luego compartir y así obtener buenos precios o bien, ir a la nave IJ, que es el área donde venden desde un kilo. La diferencia de precio es mínima y la calidad es la misma.
A lado de la sección de flores y hortalizas está la de la comida, donde puedes desayunar o comer algo para tener la energía necesaria para continuar con el recorrido. Encontrarás Tlacoyos, quesadillas y todo tipo de garnachas, también locales de comida corrida y otras opciones que son una muestra de la gran diversidad cultural que encierra este gigantesco mercado. En este mercado también existe un comedor comunitario, que sirve entre 1500 y 2000 comidas cada día a un costo de 10 pesos por persona, una excelente opción sobre todo para trabjadores y transportistas.
Otros sectores que puedes visitar son el de abarrotes y víveres o frutas y legumbres. El resto están más bien pensados para el funcionamiento logístico del lugar: bodegas de transferencia, subasta y productores, envases vacíos y pernocta.
En este mercado puedes encontrar curiosidades también, como un puesto de frutas que también funciona como biblioteca, o uno que te va a vender ajos provenientes de distintas partes del mundo.
Como puedes ver, escaparte de visita a la CDMX para conocer este monstruo del abasto, no solo te hará ahorrar dinero ahora que tanta falta hace, también te hará vivir en carne propia la cultura gastronómica y de comercio que caracteriza a los mexicanos y además descubrir cómo funciona el mercado que alimenta a casi todos los hogares del país porque estoy segura de que al menos un producto que consumes cada día, ha pasado por este lugar.