Con tres semanas del regreso a clases han terminado las vacaciones, pero ¿quiénes verdaderamente se fueron de vacaciones?
En México, el tiempo de ocio, el tiempo libre, el descanso, las vacaciones son un lujo que no se pueden permitir gracias a las largas jornadas laborales, los salarios relativamente bajos y una cultura laboral que castiga la desconexión. La realidad económica y laboral crea que tomarse días libres sea imposible para la mayoría de los mexicanos.
México, entre los países con menos descaso
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es uno de los países donde el tiempo libre resulta más caro. Con un índice de 15.89, que combina factores como las horas trabajadas, el salario promedio y la disponibilidad de descanso, nuestro país se coloca en desventaja frente a otras naciones donde los trabajadores pueden disfrutar de vacaciones sin que esto represente un sacrificio económico.
El promedio anual de trabajo es de 2,128 horas, lo que supera con creces la media de la OCDE. Esto equivale a jornadas semanales de más de 48 horas, que reducen considerablemente el tiempo personal y familiar.
¿Cuánto tiempo libre tienen realmente los mexicanos?
Una semana tiene 168 horas. Si tomamos como verdad las 8 horas de sueño diarias (56 horas a la semana), quedan 112 horas disponibles. De ellas, 48 se destinan al trabajo. A eso hay que añadir unas 14 horas de traslados semanales —una hora de ida y otra de regreso por día— y alrededor de 14 horas más en preparación y cena.
El resultado es alarmante: apenas 36 horas a la semana, es decir, menos que las horas trabajadas a la semana.
Pobreza laboral
Independientemente de las cifras de tiempo, se vive en un país donde el 33.9% (Coneval) de la población está en situación de pobreza laboral, por ende, aunque se tenga empleo, su ingreso no es el suficiente para cubrir la canasta básica.
¿Cómo se puede siquiera pensar en vacaciones si no hay empleos fijos? Si no hay mejores oportunidades, si miles de personas trabajan en la informalidad y con los servicios básicos aún ausentes en varias comunidades, las vacaciones se convierten solo en una aspiración lejana.
Una reforma que no resuelve todo
En 2023, se dio un paso importante: el incremento de vacaciones, sin embargo, tenemos una cultura organizacional que inhibe la desconexión y el descanso. La alta exigencia de líderes o de la propia persona hace que los mexicanos piensen que se pueden perder oportunidades si se toman las vacaciones reglamentarias.
El sentimiento de culpa, la falta de intervención cultural, la imposibilidad de tomar vacaciones parte de la cultura, puesto que, se valora más el que una persona siga presente 24/7 aún en vacaciones. Se dice con orgullo y voz alta el trabajar más horas, se premia y aplaude a quienes están más conectados o responden fuera del horario, aunque eso signifique menos eficiencia y menor bienestar.
Necesidad de un cambio cultural
Ahora bien, con la reducción de horas laborales ¿se puede tener más ingreso económico? No. Una jornada más corta no tendrá un alcance en el bienestar y la productividad si en las organizaciones principales no se crea una cultura de trabajo justa para una vida digna.
Lo verdaderamente necesario es un cambio de enfoque: medir el trabajo por resultados, no por horas frente a una computadora o en una oficina. Es necesario pensar en una transformación cultural donde las personas no solo deseen salir adelante si no que se valore la calidad, se promueva la desconexión digital y se fomente un ambiente saludable.
El descanso no debería ser un privilegio, sino parte de una vida digna. Reconocer que las personas necesitan tiempo libre para cuidar su salud y mente, compartir con sus seres queridos y disfrutar de actividades recreativas para así construir una sociedad más equilibrada.