Sociedad

Burócratas profesionales

TXT Raúl Gómez Cárdenas
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En México la burocracia se malentiende. Muchas veces se asocia a deficiencias, lentitud, corrupción y privilegios. Incluso, es un término que poco usamos. Para testimoniar esa mala imagen de la burocracia y del gobierno, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (INEGI, 2021) señala que solo el 54% de las personas confían en el Gobierno Federal, y únicamente el 48.3% confían en los servidores públicos. La menor credibilidad la tienen los policías (33.3%) y los partidos políticos (27.9%).

Por eso es importante que todo aquel que realice una función dentro del gobierno, sea competente y cumpla con el perfil necesario para desarrollarla adecuadamente. Pero no solo se trata de competencias que se derivan de su profesión o preparación escolar, sino, además, que tengan los valores necesarios y sancionables que guíen su actuación: integridad y honestidad, principalmente.

En estos tiempos en que las nuevas tecnologías incursionan fuertemente en todos los ámbitos, también se requiere la alfabetización digital de los funcionarios. Es decir, que sepan manejar adecuadamente, con seguridad y ética, las tecnologías digitales. Que puedan comunicarse, informarse, identificarse, dar sentido y aprovechar estas herramientas.

Fortalecer el Servicio Profesional de Carrera (SPC), insuficientemente desarrollado hasta hoy, y que sus beneficios lleguen a todos los niveles, es básico, pues este sistema permite que sea el buen desempeño el que impulse el ingreso, permanencia y desarrollo de los funcionarios de gobierno. Es decir, evitar que sea el compadrazgo o el influyentísimo el que determine que el servidor público permanezca o se vaya de su encargo.

Hoy, la mayoría de los funcionarios públicos, mandos medios y superiores, son designados por un superior. Eso puede ocasionar que, buscando la simpatía o apoyo del jefe, se olviden de la institución, del encargo y los valores que deben cuidar y observar. Esta lealtad, mal entendida, hacia el jefe superior, puede ocasionar contubernios, privilegios, solapamiento, excesos y corrupción.

Suena difícil, pero hoy debemos construir una burocracia que demuestre lealtad hacia las instituciones, no hacia las personas. Que sea el mérito y no las relaciones lo que determine que los burócratas permanezcan y se desarrollen en el sector público, a cualquier nivel. Para ello, se requieren leyes, estrategias, regulaciones, pero, sobre todo, se necesita apertura y voluntad política.

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