Todavía en aquel entonces y a pesar de un enorme desgaste del partido frente a la sociedad, era posible que el viejo régimen impusiera a quien quisiera en los cargos que quisieran, de tal manera que Rivapalacio pudo sin mayores problemas hacer alcalde a quien además es su compadre.
El caso es que se trató de uno de los trienios más desafortunados de que se tenga memoria, porque Flores Ruiz nunca había tenido un cargo de elección, tampoco alguna responsabilidad de relevancia en la administración pública, bueno ni jefe de manzana había sido.
La ciudad de Cuernavaca padeció las consecuencias porque la obra pública fue escasa, los servicios públicos igual y las finanzas del ayuntamiento se complicaron, las nóminas estaban repletas de recomendados y apadrinados como el propio edil, por eso ahora desde el interior de ese partido muchos se siguen cuestionando cuales fueron los méritos de este personaje para que le dieran la candidatura a la diputación local por el cuarto distrito.
A decir de algunos priistas, el señor no tiene ni idea a lo que va e incluso considera que por el solo hecho de ser compadre de Rivapalacio -otro pillo de siete suelas-, la dirigencia del tricolor está obligada a proporcionarle todo. Uno de sus cercanos dijo al reportero que “mi jefe dice que la dirigencia del PRI le tiene que dar los nombres de todos los líderes de su distrito, a fin de poder llegar a convencerlos de manera personal”.
E incluso agregó que “piensa que por su edad y el haber sido alcalde, todos le deben pleitesía y reconocimiento, la realidad es que dudamos que pueda realizar siquiera la campaña, porque ya es muy avanzado de edad”. Los comentarios no están mal, el señor no cuenta ya con las condiciones físicas para un trabajo electoral del tamaño que se requiere y ese distrito seguramente lo perderá el priismo.