La lactancia materna ha sido reconocida por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF como una práctica esencial para la salud y nutrición de bebés y niños pequeños. Desde hace décadas, ambas instituciones han impulsado su conservación y recuperación en lugares donde ha disminuido. Esta reducción ha sido atribuida a distintos factores culturales, sociales y económicos, incluyendo la publicidad de productos que sustituyen la leche materna. En respuesta, en 1974 la Asamblea Mundial de la Salud llamó a los países a revisar y regular la promoción de estos alimentos, incluyendo la posible creación de leyes específicas.
Un código internacional para proteger la lactancia
En 1980, la 33ª Asamblea Mundial de la Salud respaldó por completo una serie de recomendaciones derivadas de una reunión conjunta entre la OMS y UNICEF. Entre estas, destacaba la necesidad de un código internacional para regular la comercialización de productos que puedan sustituir la leche materna. Un año después, el 21 de mayo de 1981, dicho código fue adoptado por la Asamblea con el respaldo de 118 países. Desde entonces, esta fecha se dedica a recordar la relevancia de proteger la lactancia materna.
Una herramienta poderosa de salud pública
Si existiera una vacuna capaz de evitar más de un millón de muertes infantiles anuales, segura, accesible, de administración oral y sin necesidad de refrigeración, su adopción sería indiscutible. La lactancia materna cumple con todas estas características. Por ello, la OMS recomienda que se practique de forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida, y que continúe junto con otros alimentos hasta los dos años o más. Una nutrición adecuada desde el nacimiento es clave para evitar daños irreversibles en el desarrollo físico y cerebral.
Beneficios comprobados para el bebé
Amamantar desde la primera hora tras el nacimiento reduce significativamente el riesgo de mortalidad infantil. Además, la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses protege contra enfermedades como infecciones intestinales, respiratorias y alergias. También disminuye en un 19% la probabilidad de desarrollar leucemia durante la infancia y en un 60% el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante, sobre todo cuando no se combina con fórmulas.
Ventajas a largo plazo
Estudios a largo plazo muestran que quienes fueron amamantados en la infancia tienden a alcanzar mayor escolaridad y mejores ingresos en la vida adulta. Este vínculo se atribuye tanto a factores nutricionales como a la influencia de la leche materna en la expresión genética en etapas críticas del desarrollo. Además, la lactancia prolongada reduce el riesgo de obesidad en un 13% y la diabetes tipo 2 en un 35%.
También protege a las madres
Las mujeres que amamantan se benefician con una reducción del 32% en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, del 26% en el cáncer de mama y del 37% en el cáncer de ovario. Este proceso también fortalece el vínculo emocional madre-hijo, al fomentar interacciones más sensibles y un apego más seguro.
La situación en México
En México, los datos de las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición (Ensanut) reflejan un descenso alarmante en la lactancia materna exclusiva, pasando de 22.3% en 2006 a solo 14.4% en 2012. La mayoría de los niños consumía fórmulas o no cumplía con las recomendaciones de alimentación complementaria. La encuesta más reciente (2018-2019) mostró una mejora moderada: solo el 28.3% de los menores de seis meses eran alimentados exclusivamente con leche materna.
Un llamado a proteger este derecho
La lactancia materna es irremplazable a corto, mediano y largo plazo. Por ello, es urgente que las políticas públicas garanticen su protección, fomento y respaldo. Es indispensable proporcionar a madres, familias y profesionales de la salud información clara, precisa y libre de intereses comerciales, para asegurar el bienestar de futuras generaciones.