Claudia Sheinbaum fue recibida con calidez y aplausos en la 88 Convención Bancaria, marcando el inicio de una relación inédita entre la nueva presidencia de México y el sector financiero. La presidenta no habló de Fobaproa ni de neoliberalismo, y en lugar de confrontar, propuso: pidió a los bancos ampliar el crédito a las mipymes y facilitar el acceso al financiamiento, como parte del Plan México, que busca que al menos 30% de estas empresas accedan a un crédito bancario antes de 2030.
La bienvenida estuvo a cargo de Emilio Romano Mussali, nuevo presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), quien destacó que esta convención representa un nuevo capítulo, con un liderazgo renovado tanto en el gobierno como en la banca. El acto reflejó un giro institucional de la izquierda, que esta vez estrechó la mano del capital sin tensiones.
Además del respaldo al nuevo gobierno, la banca también presentó su propia agenda, encabezada por la demanda de avanzar en la reforma judicial, especialmente en lo que respecta a la creación de tribunales financieros que reduzcan los más de 56 mil casos abiertos que enfrentan.
El evento, realizado en el complejo Vidanta de Nuevo Nayarit, también sirvió para promover un discurso sobre sostenibilidad, aunque no se mencionaron las denuncias sobre la afectación ambiental del lugar. Por otra parte, Romano hizo un fuerte llamado a reducir el uso del efectivo en el país y acelerar la digitalización financiera, citando ejemplos de Brasil, India y Suecia.
Sheinbaum, en su primer encuentro con los dueños del dinero como presidenta electa, mostró un tono conciliador. La banca, por su parte, no sólo la escuchó, sino que la aplaudió. Entre promesas de colaboración y una agenda compartida, ambas partes parecieron sellar una nueva etapa, en la que el poder político y el financiero caminan, por ahora, del mismo lado.