El portaaviones más grande del Pentágono, el USS Gerald R. Ford, junto a su grupo de ataque de más de 4,000 marineros y varias aeronaves tácticas, llegó este martes al Caribe.
El despliegue, que se mantiene desde agosto pasado cerca de aguas venezolanas, busca combatir el narcotráfico, según Estados Unidos, y ha generado reacciones de Rusia y Reino Unido.
En respuesta, el Gobierno de Nicolás Maduro anunció un despliegue militar en todo el país con 200,000 efectivos, incluyendo fuerzas terrestres, aéreas, navales, fluviales, unidades de la Milicia Bolivariana y misiles, para defenderse de lo que llama “amenazas imperiales”.
Además, el Parlamento chavista aprobó la Ley del Comando para la Defensa Integral de la Nación, que permite recopilar información sobre posibles riesgos a la seguridad del país.
El Pentágono informó que en las operaciones en el Caribe y el Pacífico, hasta ahora han fallecido 75 personas y se han destruido unas 20 embarcaciones, en acciones calificadas por la Casa Blanca como parte de la lucha contra el narcotráfico y el “narcoterrorismo”.
Por su parte, Rusia, a través del canciller Serguéi Lavrov, advirtió que la política estadounidense hacia Venezuela “no traerá nada bueno” y negó que Caracas haya solicitado ayuda militar. Lavrov recordó que ambos países firmaron un tratado de asociación estratégica aún en proceso de ratificación.
Reino Unido decidió suspender el intercambio de información de inteligencia con Estados Unidos sobre embarcaciones sospechosas de narcotráfico, al considerar ilegales los ataques estadounidenses que han causado muertes en el Caribe. Esta suspensión marca un cambio en la cooperación histórica entre ambos países.
Asimismo, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ordenó suspender el envío de información de inteligencia a Estados Unidos mientras continúen los ataques contra embarcaciones en la región.
