Afganistán y Pakistán confirmaron este domingo la entrada en vigor de un cese inmediato de hostilidades, tras un acuerdo alcanzado en Doha con la mediación de Qatar y Turquía.
El pacto busca evitar una nueva crisis de seguridad en Asia Central, región de interés estratégico para potencias como China, India y Rusia.
El acuerdo establece el fin de los enfrentamientos y bombardeos fronterizos, y compromete a ambos países a respetar la soberanía del otro y a no apoyar grupos armados en territorio vecino.
El Gobierno talibán aseguró que no emprenderá acciones hostiles ni respaldará ataques contra Pakistán, mientras Islamabad confirmó que cesarán de inmediato los ataques terroristas desde Afganistán.
Se acordó una nueva reunión el 25 de octubre en Estambul para definir el alcance del tratado y establecer un mecanismo de seguimiento y verificación, bajo mediación de Qatar y Turquía, que permita revisar posibles violaciones del alto al fuego.
La frontera afgano-paquistaní, de más de 2,600 km, es una de las más volátiles del mundo, escenario habitual de enfrentamientos y refugio de grupos insurgentes como el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP).
Un conflicto abierto entre ambos países podría desestabilizar Asia Central y el sur de Asia, afectando rutas de comercio y energía hacia China y Oriente Medio.
Afganistán enfrenta una crisis económica y humanitaria grave, con más de la mitad de su población necesitando asistencia según la ONU, mientras Pakistán atraviesa alta inflación y problemas en su balanza de pagos.
La presencia de Pakistán y la India, ambos países con capacidad nuclear y enfrentados históricamente, eleva cualquier riesgo de escalada militar a un asunto de seguridad global.
El acuerdo de Doha marca el primer compromiso diplomático entre Kabul e Islamabad tras años de ataques transfronterizos y recriminaciones mutuas, y representa un paso importante para reducir tensiones en la región y proteger proyectos estratégicos como el Corredor Económico China-Pakistán.