Cientos de cuerpos han sido recuperados de entre las casas destruidas por un terremoto que azotó a Afganistán la semana pasada, lo que elevó el número de fallecidos a más de dos mil 200, afirmó un portavoz del gobierno del Talibán el jueves.
El terremoto, de magnitud 6, sacudió varias provincias del remoto y montañoso este del país el domingo por la noche, arrasando aldeas y atrapando a personas bajo los escombros.
La mayoría de las víctimas estaban en la provincia de Kunar, donde muchas comunidades viven en empinadas cuencas fluviales separadas por altas montañas.
El portavoz talibán, Hamdullah Fitrat, quien proporcionó la cifra actualizada de dos mil 205 víctimas mortales, indicó que las operaciones de búsqueda y rescate continúan.
"Se han instalado tiendas para la gente, y la entrega de ayuda de primera necesidad y suministros de emergencia está en curso", agregó.
El terreno accidentado está obstaculizando las labores de rescate y socorro, por lo que las autoridades talibanas movilizaron helicópteros y a comandos militares para ayudar a los sobrevivientes.
Los trabajadores humanitarios contaron que tuvieron que caminar durante horas para llegar a aldeas aisladas por deslaves de tierra y caídas de rocas.
Los recortes presupuestarios también están afectando la respuesta. El Consejo Noruego para los Refugiados dijo que tenía menos de 450 empleados en Afganistán, frente a los mil 100 de trabajadores que tenía en 2023, la fecha del último gran terremoto en el país. Además, la organización cuenta con apenas un almacén y no tenía suministros de emergencia.
"Necesitaremos comprar artículos una vez que obtengamos el financiamiento, pero esto podría llevarnos semanas y la gente necesita ayuda ahora", manifestó, Maisam Shafiey, asesor de comunicaciones y defensa del Consejo en Afganistán.
"Solo tenemos 100 mil dólares disponibles para apoyar los esfuerzos de atención a emergencias, esto supone un déficit de financiación inmediato de 1.9 millones de dólares".
Las organizaciones humanitarias han calificado el último desastre como una crisis dentro de otra crisis. El país ya enfrentaba el impacto del cambio climático, especialmente la sequía, una economía débil y el regreso de unos dos millones de ciudadanos expulsados de países vecinos.