Este jueves entraron en vigor los nuevos aranceles impulsados por el gobierno de Donald Trump, los cuales afectan a aproximadamente 90 países y marcan una ampliación significativa de su política comercial. Las tarifas impuestas alcanzan hasta el 50% en algunos casos, y se prevé que generen ingresos mensuales por 50,000 millones de dólares para Estados Unidos, según informó el secretario de Comercio, Howard Lutnick.
Uno de los países más afectados es Brasil, donde las tarifas elevadas fueron interpretadas como una respuesta directa a la situación política del expresidente Jair Bolsonaro, actualmente procesado por presunta conspiración tras su derrota electoral en 2022. Según Trump, los cargos contra Bolsonaro son una "persecución judicial", y los aranceles reflejan un gesto político más allá de lo estrictamente comercial.
“Luego vendrán los semiconductores, los productos farmacéuticos y todo tipo de aranceles adicionales”, declaró Lutnick en entrevista con Fox Business Network, anticipando que estas medidas seguirán ampliándose hacia sectores clave.
Aumentan las tensiones comerciales
Los nuevos gravámenes, con tasas que van del 10% al 50%, alcanzan a países de Asia, Europa, América Latina y África. Esta medida, argumenta la administración estadounidense, busca contrarrestar prácticas comerciales que consideran injustas o deficitarias.
En el caso de China, la fecha límite para alcanzar un acuerdo sobre sus propias disputas arancelarias, originalmente establecida para el 12 de agosto, podría extenderse 90 días, abriendo una ventana para eventuales negociaciones que eviten una escalada mayor en la guerra comercial.
Posibles consecuencias económicas
Expertos advierten que esta política arancelaria podría traducirse en aumentos de precios para productos importados, afectar cadenas de suministro globales e introducir una mayor incertidumbre económica en el comercio internacional. Industrias tecnológicas, farmacéuticas y manufactureras podrían ser de las más impactadas.
Desde su regreso a la presidencia, Trump ha defendido una postura proteccionista bajo la promesa de reequilibrar la balanza comercial estadounidense, aunque estas medidas ya están generando preocupación entre socios comerciales y líderes económicos a nivel mundial.