El Parlamento iraní ha propuesto el cierre del estrecho de Ormuz como respuesta al reciente ataque de Estados Unidos contra instalaciones nucleares del país. Aunque la decisión final corresponde al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, la propuesta refleja la creciente tensión en una de las rutas marítimas más importantes del mundo.
El estrecho de Ormuz, por donde transita una parte crucial del petróleo global, conecta el Golfo Pérsico con los mercados de Asia, Europa y América. Una interrupción en este punto estratégico podría afectar seriamente el suministro de crudo, disparar los precios hasta los 120 dólares por barril y provocar una crisis energética internacional.
Según medios iraníes, varios buques ya están abandonando la zona por temor a una escalada del conflicto. Irán produce 3,3 millones de barriles de petróleo diarios y exporta aproximadamente la mitad, lo que refuerza la importancia global de este paso marítimo.
Expertos advierten que un cierre total del estrecho o ataques a otras rutas de exportación podrían agravar la inestabilidad en Oriente Medio y desencadenar consecuencias económicas y geopolíticas de gran alcance.
La decisión final del ayatolá podría marcar un punto de inflexión en el conflicto y en el equilibrio energético global.