El espaciado entre las letras, sobre todo entre la “R, A y N”, resulta excesivo y desproporcionado, lo que afecta negativamente la estética del nombre, pues no se presenta de manera equilibrada.
No se trata de un fallo ortográfico ni de un problema con la caligrafía, sino de un asunto visual. La distribución de los caracteres en la palabra “Franciscus”, tallada en el mármol de la tumba del Papa, presenta una disposición desigual que no considera la estructura individual de cada letra. Es un detalle evidente al observarlo.
El deseo del pontífice fue que solo se inscribiera “Franciscus”, y así se hizo. Sin embargo, en términos de diseño visual y composición, el resultado no parece haber sido el más adecuado. Dado que es una tumba visible al público mundial, este aspecto se ha vuelto aún más notorio.
En el sepulcro del Papa Francisco I, el espacio entre las letras iniciales, especialmente entre la “R, A y N”, se percibe desmedido, generando una impresión poco armoniosa, al menos desde el punto de vista del diseño gráfico.
Especialistas en tipografía han señalado esta deficiencia, proponiendo incluso una corrección, aunque parece improbable. La Iglesia Católica conocía de antemano el formato de la inscripción; fue aprobado tras cuidadosa evaluación, probablemente también por el mismo Papa. Por lo tanto, todo indica que permanecerá así por siempre.