El 12 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Lince Ibérico, fecha instaurada en 2015 por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía. Su propósito es destacar la vulnerabilidad de este felino y recordar la urgencia de protegerlo ante las amenazas que aún lo ponen en riesgo.

Una efeméride para generar conciencia
Aunque esta especie pasó de estar en “peligro crítico” a la categoría “en peligro de extinción”, continúa siendo una población frágil. La jornada busca sensibilizar sobre los desafíos que enfrenta y promover el compromiso social para su supervivencia.

Un felino emblemático de la península ibérica
El lince ibérico (Lynx pardinus) es un mamífero carnívoro que habita en zonas específicas de Portugal y España. De tamaño reducido y extremidades alargadas, pesa entre 9 y 13 kilos. Se distingue por su cola corta con borla negra, orejas puntiagudas rematadas con un mechón de pelos rígidos y, en el caso de los machos, patillas más largas que las de las hembras. Su pelaje varía entre tonalidades pardas y grisáceas.
Es un animal solitario y territorial, con gran habilidad para la caza gracias a su agudeza visual. Su dieta se basa principalmente en conejos, además de otras aves y pequeños mamíferos. Su hábitat natural comprende bosques y matorrales mediterráneos distribuidos en áreas limitadas de la península. En España se localiza sobre todo en Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura, mientras que en Portugal destaca en el Valle del Guadiana y la Sierra de la Malcata.

Una historia marcada por el riesgo
A inicios del siglo XXI la especie estuvo al borde de la desaparición. Desde 1986 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza la clasificó como “en peligro de extinción” debido a la pérdida de su entorno, la drástica reducción del conejo silvestre —su alimento principal— y la caza ilegal.
Hoy, aunque su población se ha recuperado, continúa amenazada por actividades humanas como atropellamientos, furtivismo, envenenamiento, colocación de trampas, cambios en el entorno por obras e incendios provocados.
Para 2020 se estimaron más de mil ejemplares en la península, con una presencia notable en la provincia de Jaén. Este avance refleja el impacto positivo de los programas de conservación, pero también la necesidad de mantener los esfuerzos para asegurar el futuro del lince ibérico.
