La rinitis alérgica se produce cuando el sistema inmunológico reacciona de manera exagerada ante sustancias inofensivas, como polvo, polen, ácaros o pelo de animales. Aunque comparte síntomas con el resfriado común, sus causas y tratamientos son distintos.
¿Qué es la rinitis alérgica?
Esta afección provoca una respuesta inflamatoria en la mucosa nasal ante alérgenos, generando congestión, estornudos, picazón y lagrimeo. Puede aparecer en cualquier época del año, aunque es más frecuente en primavera y otoño. Algunas personas la sufren de forma crónica si están expuestas constantemente a agentes desencadenantes en el hogar.
Síntomas más frecuentes
- Estornudos continuos.
- Picazón en nariz, garganta u ojos.
- Congestión nasal.
- Secreción nasal transparente y acuosa.
- Ojos llorosos o irritados.
- Tos seca ocasional.
A diferencia del resfriado, la rinitis alérgica no provoca fiebre ni malestar corporal intenso.
Diferencias con el resfriado
El resfriado es viral y suele durar de 7 a 10 días, acompañado de dolor de garganta, cansancio y mucosidad espesa que cambia de color. Por el contrario, la rinitis alérgica no es infecciosa, puede durar semanas o meses y los síntomas aparecen y desaparecen según la exposición al alérgeno.
Causas más frecuentes
- Polen de árboles, pasto o flores.
- Polvo doméstico y ácaros.
- Pelaje o saliva de mascotas.
- Moho en paredes o lugares húmedos.
- Cambios bruscos de temperatura.
Tratamiento y prevención
Se busca aliviar los síntomas y prevenir crisis mediante antihistamínicos, descongestionantes o aerosoles nasales con corticosteroides. Mantener la casa limpia, reducir alfombras o cortinas pesadas y lavar la ropa de cama con frecuencia ayuda a minimizar la exposición. En algunos casos, un alergólogo puede identificar los alérgenos específicos.
Cuándo acudir al médico
Si los síntomas son persistentes, afectan el sueño o la calidad de vida, es fundamental buscar atención médica para recibir un diagnóstico correcto y el tratamiento adecuado.
Aunque rinitis alérgica y resfriado pueden parecer similares, sus causas, duración y manejo son distintos. Reconocer estas diferencias es clave para cuidar la salud y evitar tratamientos innecesarios.