La próxima vez que prepares papas fritas caseras, prueba este consejo y notarás la diferencia desde el primer bocado.
Si alguna vez has intentado lograr papas crujientes por fuera y suaves por dentro, seguramente has probado distintos trucos de cocina. Uno de los más efectivos, y quizás menos conocidos, es añadir vinagre durante la cocción previa. Aunque suene sorprendente, este paso tiene una base científica y puede transformar el resultado final.
El secreto del vinagre: papas más firmes y crujientes
Cuando las papas se cocinan antes de freírse, parte del almidón se rompe, lo que puede hacer que pierdan forma o se deshagan. El vinagre actúa como estabilizador del almidón gracias a su acidez, ayudando a que las papas mantengan su firmeza durante la fritura.
Añadir una cucharada de vinagre por litro de agua en la cocción crea una superficie resistente, resultando en papas doradas, crujientes y con menor absorción de aceite.
Cómo usar el vinagre en la preparación
1._ Pela y corta las papas en bastones del grosor deseado.
2._ Hierve agua con una cucharada de vinagre blanco y una pizca de sal por litro.
3._ Cocina las papas de 5 a 7 minutos, hasta que estén ligeramente tiernas pero sin deshacerse.
4._ Escúrrelas y sécalas completamente antes de freírlas.
5._ Fríelas en aceite caliente hasta que estén doradas y crujientes.
Este paso extra puede parecer menor, pero es fundamental para obtener papas con textura perfecta, similares a las de restaurantes o cadenas de comida rápida.
¿Afecta el sabor el vinagre?
No te preocupes: la acidez no se percibe en las papas. La cantidad es mínima y se evapora durante la cocción y fritura, cumpliendo solo una función técnica. Además, ayuda a que absorban menos grasa y conserven su color natural, evitando que se tornen grises.
Poner vinagre al agua de cocción es un truco sencillo pero muy efectivo que mejora la textura, color y consistencia de las papas, logrando un resultado dorado, crujiente y delicioso sin exceso de aceite.