La rabia es una enfermedad viral grave que afecta el sistema nervioso central y puede ser mortal en humanos. Se transmite principalmente por la mordedura o el rasguño de un animal infectado, ya que el virus se encuentra en la saliva. Por ello, la prevención y la atención médica temprana son fundamentales.
Período de incubación
El tiempo entre la exposición al virus y la aparición de los primeros síntomas varía entre una semana y hasta un año, aunque generalmente se presenta entre 20 y 90 días. La rapidez de la infección depende de factores como la ubicación de la mordida, la cantidad de virus transmitido y el estado del sistema inmunológico de la persona.
Síntomas iniciales
Los primeros signos pueden confundirse con una gripe común, e incluyen:
- Fiebre leve.
- Dolor de cabeza.
- Malestar general y cansancio.
- Dolor, hormigueo, picazón o ardor en el sitio de la mordida, uno de los síntomas más característicos.
Síntomas avanzados
A medida que la enfermedad progresa, se afectan funciones neurológicas:
- Ansiedad, irritabilidad y cambios de humor.
- Insomnio.
- Dificultad para tragar (hidrofobia).
- Espasmos musculares y convulsiones.
- Parálisis progresiva.
En esta etapa, la rabia se vuelve prácticamente irreversible.
Fases finales y prevención
Si no se trata, la enfermedad puede derivar en coma y muerte por paro respiratorio o cardíaco. La prevención es clave:
- Lavar la herida inmediatamente con agua y jabón.
- Acudir a un centro de salud para recibir la vacuna antirrábica y, en algunos casos, inmunoglobulina.
- Observar al animal agresor, en coordinación con autoridades sanitarias.
Una vez que aparecen los síntomas, la rabia casi siempre es mortal, por lo que la vacunación post-exposición es la única medida efectiva.
En resumen, los signos de la rabia pueden tardar desde una semana hasta varios meses en aparecer. Comienzan con malestares leves y evolucionan a graves trastornos neurológicos. La clave para salvar vidas es actuar de inmediato tras cualquier exposición de riesgo.