Aunque el apio es comúnmente utilizado en la cocina por su tallo crujiente y bajo en calorías, hay una parte que suele desecharse y que en realidad esconde importantes beneficios para la salud: las hojas. Estas, al igual que el resto del vegetal, contienen compuestos que pueden reforzar el sistema inmunológico, proteger el corazón y ayudar en la digestión.
Ricas en antioxidantes como los flavonoides (especialmente la apigenina), las hojas del apio ayudan a combatir el daño celular, retrasar el envejecimiento prematuro y reforzar la defensa del organismo frente a infecciones. También contienen vitamina C, calcio, potasio y propiedades antiinflamatorias naturales, lo que las convierte en un complemento valioso para la alimentación diaria.
Para aprovecharlas, se pueden picar finamente y agregar a sopas, guisos o ensaladas, o bien secarlas y triturarlas para usarlas como condimento.
Otra opción es prepararlas en infusión, aprovechando sus nutrientes en una bebida reconfortante.
Incluir esta parte del apio en la dieta es una forma sencilla y efectiva de evitar el desperdicio y sumar beneficios a la salud.