Aunque popularmente se cree que el viernes 13 es un día de mala suerte, esta idea está lejos de su origen real. Antiguas culturas paganas lo consideraban un día sagrado, asociado con la energía femenina, la magia y los ciclos naturales de la vida.
Según el sitio Forever Conscious, los viernes eran dedicados a la diosa, en honor a los ritmos de la Tierra, la creación y el renacimiento. Cuando coincidía con el número 13 —vinculado a la fertilidad, la transformación y la sangre en muchas tradiciones— el día era visto como especialmente poderoso y espiritual.
Etimológicamente, "viernes" proviene del latín veneris, que significa "día de Venus", la diosa del amor y la belleza. Por eso, el viernes 13 también puede ser un momento ideal para practicar el amor propio, conectar con la calma y agradecer lo vivido en la semana.
La percepción negativa de este día se fortaleció en contextos judeocristianos, donde se asocia con eventos como la caída de Adán o la crucifixión de Jesús, ambos ocurridos un viernes, lo cual pudo haber contribuido a su reputación de mala suerte.
Hoy, muchas personas están recuperando su significado original como un día de introspección y poder femenino. Celebrarlo puede incluir gestos simples como vestir de rosa, decorar con flores o usar un cuarzo rosa, recordando la conexión con lo sagrado y con uno mismo.