Aunque el término "higiene menstrual" es común en discursos sobre salud femenina, su verdadero significado suele estar malinterpretado. Según Paloma Alma, divulgadora experta en salud menstrual y ciclicidad, esta expresión va mucho más allá de la limpieza personal.
“Es una palabra heredada del inglés, y puede llevarnos a pensar erróneamente que tener la regla es incompatible con estar limpia, cuando no es así”, explica.
La higiene menstrual se refiere, en realidad, a la gestión adecuada del sangrado y a todo lo que contribuye a una menstruación saludable. Esto incluye el uso de productos adecuados, la elección de la ropa interior, el manejo del dolor y las condiciones físicas y emocionales en las que se vive el ciclo.
Alma destaca que no es sólo una responsabilidad individual: también implica el acceso a recursos básicos como agua potable, servicios sanitarios y productos menstruales seguros. En este contexto, la falta de estos elementos esenciales da lugar a lo que se conoce como pobreza menstrual, una realidad que afecta a muchas mujeres en todo el mundo, especialmente en contextos de emergencia o vulnerabilidad.
Para mantener una buena higiene menstrual, considera estas cinco recomendaciones clave:
Registrar el ciclo de forma manual, observando el sangrado, el estado emocional, la energía o el deseo de sociabilizar.
Explorar diferentes productos menstruales más allá de los convencionales, como la copa o las bragas menstruales.
Cuidar la alimentación, incorporando frutas, verduras, proteínas de calidad y semillas.
Mantenerse activa físicamente, incluso con algo tan simple como caminar al sol.
Conectar con el propio ciclo, entendiendo cómo se quiere vivir y relacionarse con él.
En definitiva, la higiene menstrual no solo es salud, también es bienestar, información y acceso justo.