Hoy en día, ingredientes como el ácido glicólico, salicílico o láctico aparecen en sueros, tónicos y mascarillas, y aunque suenen a términos de laboratorio, son claves en el cuidado de la piel moderna. Usados correctamente, estos ácidos pueden mejorar textura, luminosidad, tratar el acné, las manchas y hasta los signos de la edad. Aquí te explicamos qué son, para qué sirven y cómo elegir el adecuado.
¿Qué es un ácido en cosmética?
Los ácidos en productos de cuidado facial son ingredientes activos que exfolian, hidratan o protegen la piel. Actúan eliminando células muertas, acelerando la renovación celular o ayudando a retener humedad. Usarlos de forma adecuada es seguro, siempre que se respeten las concentraciones y se aplique protector solar si es necesario.
Principales tipos de ácidos y su función
AHAs (Alfa Hidroxiácidos)
Exfolian la superficie de la piel, mejoran tono y textura.
Ácido glicólico
Para piel normal a grasa. Mejora manchas y signos de la edad. Úsalo solo por la noche (5–8%).
Ácido láctico
Ideal para piel seca o sensible. Exfolia suavemente e hidrata.
BHAs (Beta Hidroxiácidos)
Penetran los poros y controlan el exceso de grasa.
Ácido salicílico
Para piel grasa o con acné. Limpia poros y reduce brotes. Empezar con 0.5–2%, de noche.
Antioxidantes ácidos
Ácido ascórbico (Vitamina C)
Para todo tipo de piel. Aclara manchas y protege del daño solar. Se usa en el día con protector solar.
Ácido ferúlico
Refuerza la acción de la vitamina C y protege frente a la contaminación. Ideal para piel madura o urbana.
PHAs (Poli Hidroxiácidos)
Alternativa suave para pieles sensibles.
Lactobiónico y gluconolactona
Exfolian e hidratan sin irritar. Ideales para piel reactiva o con rosácea.
Ácido hialurónico (HA)
No exfolia, pero es clave para hidratar. Atrae y retiene agua, suaviza líneas de expresión. Se usa mañana y noche, apto para todo tipo de piel.
En resumen
Los ácidos ya no son exclusivos de tratamientos profesionales. Usarlos con conocimiento y moderación puede transformar tu piel de forma efectiva. Lo importante es elegir el adecuado para tu tipo de piel, no combinarlos sin orientación y acompañarlos siempre de protección solar si se usan de día.
La ciencia también embellece, y entenderla es el primer paso para una piel sana y luminosa.