Los geranios son una de las plantas más comunes en balcones y jardines por su resistencia y su colorido, con flores que van del rojo al rosa, púrpura o blanco. Para que crezcan fuertes y florezcan durante más tiempo, una buena alternativa al abono comercial es fabricar tu propio fertilizante natural con restos orgánicos que normalmente acabarías tirando a la basura.
Cáscaras de nueces y almendras, pieles de fruta como plátano o manzana, y tallos de verduras como espinaca o acelga son ideales para preparar compost casero. Estos desechos aportan nutrientes clave como fósforo, potasio y nitrógeno, esenciales para el desarrollo de las raíces, la fotosíntesis y la resistencia de la planta.
La preparación es sencilla: corta los restos en trozos pequeños y colócalos en un recipiente de compost, alternando con capas secas como hojas o virutas de madera. Remueve una vez por semana y asegúrate de mantener la mezcla húmeda, pero sin exceso. En unos 2 o 3 meses, tendrás un abono natural y efectivo para nutrir tus geranios y verlos florecer como nunca antes.