La Universidad Nacional de Tecnología de la Defensa de China (NUDT) presentó un microdron que mide apenas dos centímetros y pesa 0.3 gramos, con un diseño que imita la apariencia y agilidad de un mosquito.
Según sus creadores, este diminuto dispositivo está pensado para monitorización ambiental y búsqueda en derrumbes, aunque expertos en defensa advierten sobre posibles usos militares y de espionaje.
El dron cuenta con alas flexibles que le permiten desplazarse con precisión y tres patas para posarse de manera estable en cualquier superficie.
Gracias a su tamaño, silencio y ausencia de firma térmica, resulta extremadamente difícil de detectar, lo que lo convierte en un potencial instrumento de vigilancia encubierta o recopilación de inteligencia en zonas sensibles.
La fabricación de un artefacto tan pequeño representa un gran desafío de ingeniería, ya que requiere miniaturizar componentes como cámaras, micrófonos, controladores y fuentes de energía.
Liang Hexiang, investigador de la NUDT, presentó el dispositivo en un informe televisivo, donde también mostró un prototipo de microdron de cuatro alas controlable desde un teléfono inteligente.
China no es pionero en esta tecnología.
Estados Unidos desarrolló en 2013 el RoboBee, capaz de volar y nadar bajo el agua, e incluso posarse usando electricidad estática.
Noruega, por su parte, despliega la serie Black Hornet, drones de reconocimiento del tamaño de la palma de la mano.
Más allá del uso militar, los microdrones ofrecen aplicaciones civiles relevantes: pueden buscar supervivientes en zonas de desastre, recopilar datos en ecosistemas difíciles de acceder y actuar como herramientas mínimamente invasivas en medicina, para diagnósticos y tratamientos.
El desarrollo de microdrones como este refleja cómo la tecnología de vigilancia y asistencia se está miniaturizando, ofreciendo tanto oportunidades de rescate y estudio ambiental como desafíos de seguridad global.