Ver vídeos, clases o pódcast a velocidades más rápidas se ha vuelto algo común, especialmente entre jóvenes y estudiantes, quienes buscan aprovechar mejor el tiempo y cubrir más contenido en menos horas.
Sin embargo, aunque la reproducción acelerada tiene ventajas evidentes —como ahorrar tiempo, repasar lecciones y mantener la atención activa—, también tiene impactos importantes en la forma en que funciona nuestro cerebro.
¿Qué pasa en el cerebro cuando aceleramos un vídeo?
Cuando escuchamos información hablada, el cerebro sigue tres pasos clave: codificar, almacenar y recuperar. Primero, codifica las palabras que escucha, después las guarda en la memoria de trabajo y, finalmente, las transfiere a la memoria a largo plazo. El problema es que nuestra memoria de trabajo es limitada. Si la información llega demasiado rápido —por ejemplo, al duplicar o triplicar la velocidad de reproducción—, el cerebro no tiene tiempo suficiente para procesarla bien. Esto provoca sobrecarga cognitiva y hace que parte de la información se pierda.
Un metaanálisis reciente revisó 24 estudios en los que se comparaba el aprendizaje de estudiantes que veían vídeos a velocidad normal con otros que los veían más rápido (1,25x, 1,5x, 2x o 2,5x). Los resultados fueron claros: hasta 1,5x, el impacto negativo en el recuerdo era muy pequeño, pero a partir de 2x, el efecto era mucho mayor. Por ejemplo, ver un vídeo a 2,5x puede reducir la puntuación de un examen hasta 17 puntos porcentuales.
Edad y velocidad: no afecta igual a todo
Los efectos no son los mismos para todos. Los adultos mayores (de 61 a 94 años) se ven más afectados por la reproducción rápida que los jóvenes (de 18 a 36 años), probablemente porque la memoria de trabajo se debilita con la edad. Por eso, para las personas mayores, mantener la velocidad normal —o incluso ralentizarla— puede ser mejor para retener información.
¿Acostumbrarse ayuda?
Todavía no se sabe si usar la reproducción rápida de forma habitual entrena al cerebro para procesar mejor la información. Tampoco hay estudios suficientes para saber si este hábito tiene efectos a largo plazo: podría mejorar la capacidad para soportar cargas de información más pesadas, o bien aumentar la fatiga mental.
¿Menos disfrute, menos motivación?
Incluso si subir la velocidad no afecta demasiado la memoria, hay un detalle importante: algunas investigaciones sugieren que la experiencia de aprendizaje es menos agradable. Ver contenidos acelerados puede resultar más cansado o estresante, y eso afecta la motivación. Si aprender se vuelve menos placentero, es más probable que la gente encuentre excusas para evitarlo.
En resumen, ver vídeos a velocidades rápidas puede ser útil para ahorrar tiempo, pero tiene un costo: afecta la calidad del aprendizaje y el recuerdo, sobre todo cuando se usa en exceso. Como casi todo, la clave está en encontrar un equilibrio.