En el árido desierto del noroeste de Nuevo México, un equipo internacional de paleontólogos ha identificado una nueva especie de dinosaurio herbívoro gigante, que había sido mal clasificada durante más de un siglo.
Los restos fósiles, encontrados en 1916 en la zona conocida como Ah-shi-sle-pah Wilderness, habían sido atribuidos originalmente a Kritosaurus navajovius.
Tras un análisis detallado del cráneo y otros huesos, los investigadores determinaron que pertenecen a una especie distinta, llamada Ahshislesaurus wimani, en honor al lugar de hallazgo y al paleontólogo Carl Wiman.
Este dinosaurio podía superar los 10 metros de longitud y alcanzar cerca de 9 toneladas. Su cráneo plano y su mandíbula con pico ancho lo diferencian de otros hadrosáuridos con crestas, situándolo en el grupo de los saurolofinos.
Ahshislesaurus habría vivido en manadas por los llanos pantanosos del sur de Laramidia, junto con otros dinosaurios como Naashoibitosaurus ostromi, ceratópsidos y anquilosaurios.
Reconstrucción esquelética de Ahshislesaurus wimani (holotipo USNM VP-8629), basada en el cráneo original. Fuente: Sebastian Dalman et al. (2025)
El descubrimiento sugiere que la diversidad de hadrosáuridos en Norteamérica era más compleja de lo que se pensaba, con especies que evolucionaron de manera aislada en distintos ecosistemas.
Además, resalta la importancia de revisar fósiles antiguos con métodos modernos, ya que pueden revelar información inédita sobre la evolución y distribución de estas criaturas.
El hallazgo ha sido publicado en el boletín científico del Museo de Historia Natural de Nuevo México, y representa un ejemplo del valor del trabajo colaborativo y de las colecciones históricas en la paleontología.