Bien por esta decisión, que deberá ser secundada a cabalidad por todos los alcaldes. Empero, no todo es miel sobre hojuelas con respecto a la operación de las corporaciones policíacas, integradas por seres humanos falibles. Desglosemos.
El gremio policial, por las duras condiciones de su trabajo, está expuesto diariamente a efectos negativos que pueden llegar en algunos casos a perturbar y modificar su personalidad, sus hábitos sociales, sus relaciones con el entorno, y quedar dañada su labor profesional.
Carmen Brufao Curiel, trabajadora social adscrita a la Universidad Complutense de Madrid, es autora de un ensayo titulado “Una aproximación a las enfermedades profesionales del policía”, donde considera que las situaciones de estrés, en el caso de dichos servidores públicos, son producidas por el paso de los años en el servicio y situaciones dramáticas (tiroteo, muerte de un compañero, herida física, etc.). También es menester agregar las condiciones laborales, el entorno social, los bajos sueldos, la sobrecarga de trabajo, los estereotipos generados por la sociedad respecto de todos los policías, el nulo reconocimiento de sus superiores inmediatos y, desde luego, el mal ejemplo en los mandos altos. Cada vez que se presentan casos de corrupción y encarcelamiento de altos jefes, la mayoría de integrantes de las corporaciones sufre.
“Son acontecimientos que pueden provocar en estos profesionales tensiones y angustias; la forma óptima de encauzar el estrés sería la aceptación de su profesión con sus pros y sus contras, una buena asimilación de los momentos tristes y negros. Evidentemente esto no siempre ocurre así, por lo que el policía puede derivar sus angustias y temores de dos formas”, añade Brufao Curiel. Inclusive, en el caso de México y Morelos, se ha sabido, mediante la aplicación de exámenes de control y confianza, de policías con tendencias suicidas y dispuestos al asesinato. Sobra decir que en determinados momentos se convierten en potenciales aliados de criminales organizados o de la delincuencia común.
Conforme pasa el tiempo y el elemento policiaco no satisface sus expectativas, va creando a su alrededor una coraza aislante que le lleva a ser un sujeto pasivo, se endurece. Las personas que están a su alrededor, como consecuencia de esto, notan su aislamiento y el rendimiento en el trabajo empieza a descender debido a la falta de motivación.
En general son los demás los que acusan el efecto de la coraza impenetrable. Ellos realmente no sienten que les ocurra nada, por lo que no acuden a solicitar ayuda de ningún tipo. Por otro lado, el sujeto puede reaccionar con trastornos personales: dolencias de origen psicosomático, cuadros depresivos, psicosis, neurosis. En estas situaciones los policías acuden a servicios médicos o sociales y son ellos los principales afectados por el problema.
Existe un tanto por ciento más elevado de procesos de endurecimiento que de trastornos personales, debido a las características personales de las personas que integran las fuerzas del orden. En los procesos de selección de la policía los candidatos más adecuados son aquellos que destacan por una personalidad estable y por la extroversión; pero la otra cara de la moneda es que son personas poco vulnerables y que reaccionarán construyendo corazas ante las situaciones difíciles de su trabajo.
Al comienzo de su carrera la mayoría de policías manifiestan un compromiso muy profundo, pero con el transcurso del tiempo comienzan a sentir frustraciones que llegan a atormentarles en el desarrollo de su profesión. Puede ocurrir que algunos policías intenten convivir con este estrés, liberándose de él en parte y atenuando sus reacciones. Poco a poco acaban por convertirse en personas indiferentes y despreocupadas, agotadas físicamente, deprimidas y cínicas. Este cinismo hace referencia al endurecimiento emocional que llegan a desarrollar y que no es beneficioso para el trabajo ni para la vida familiar. Crean un escudo de protección contra tanto ataque que termina siendo perjudicial.
La decepción por un trabajo realizado y no recompensado por la sociedad y los mandos superiores; problemas con los ascensos, la falta de incremento salarial y toda una gama de falta de estímulos pueden desembocar en la apatía y en la idea de que su trabajo no les aporta nada y que no sirve para nada, pueden llegar a la sensación vacía y hueca de que son seres inútiles e incompetentes. Luego seguimos con el tema.