El mero día en que los mexicanos damos el tradicional “Grito” acudí a una conocida tienda departamental ubicada en la avenida Vicente Guerrero, colonia Lomas de la Selva, en Cuernavaca. Se caracteriza por las ventas al mayoreo y medio mayoreo. Observé las dificultades sufridas por dos “chícharos” para jalar un carro-plataforma repleto de víveres, enseres domésticos, botanas, vinos, brandy, una preciosa lámpara, una televisión de pantalla plana, etcétera. Me dije: “Debe tratarse de un exitoso restaurantero, o algún tipo de magnate”. Pero cuán equivocado estaba. No había tal, pues el comprador de todo aquello fue Guillermo López Ruvalcaba, quien días antes había tomado posesión como coordinador del grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática en el Congreso local. Al notar que lo veía desde otra caja, el legislador se acercó y me dijo: “¡Vamos por el 58, tocayo!”. Y agregó: “Además, que Estrada Cajigal se olvide de cualquier cheque en blanco respecto del presupuesto”. Palabras más, palabras menos.
Más allá de la aplicación del viejo adagio mexicano sobre aquel eufórico Guillermo López Ruvalcaba, que versa “quien no tiene y llega a tener, loco se quiere volver”, lo rescatable fueron las dos advertencias. Una vinculada a la reforma del artículo 58 de la Constitución Política local, a fin de abrir la posibilidad de que una persona no nacida en Morelos pueda ser gobernador, cuyo principal destinatario, allá y entonces, hubiera sido el actual senador perredista Graco Ramírez Garrido Abreu. Y la otra al proyecto de Presupuesto de Egresos 2004, que el gobernador Sergio Estrada Cajigal entregaría en tiempo y forma al Congreso morelense. Para diciembre de 2003, poco antes de la aprobación del dictamen respectivo, habían trascendido algunas negociaciones del mandatario con grupúsculos parlamentarios, a fin de que dieran la luz verde al documento sin reformas sustanciales. Todo se manejó bajo la mesa.
Tocante a las presiones de diputados locales al Poder Ejecutivo tengo otro botón de muestra. Años más tarde, el 3 de agosto de 2009, recibí el boletín 168 del Comité Directivo Estatal del PRI, con el siguiente texto: “Por la crisis económica que se prevé, la bancada del PRI en el Congreso del Estado buscará que en el Presupuesto para el 2010 se privilegien áreas prioritarias como educación, salud, campo y seguridad, y se eliminen gastos innecesarios del Ejecutivo y otras áreas que resultan inútiles”. La advertencia se le adjudicó a Andrés González García, diputado local electo por el XV Distrito Electoral y fiel cancerbero de Guillermo del Valle Reyes, quien era presidente del Comité Directivo Estatal priísta. El cuautlense se manifestó a favor de revisar “hacia dónde se están yendo los recursos públicos a fin de darles una orientación acorde a la situación de crisis económica y apegada a las necesidades reales de los morelenses”.
Desde luego que las declaraciones de González García tuvieron como objetivo al jefe del Poder Ejecutivo, Marco Adame Castillo, quien debía enviar el paquete financiero de 2010 al Congreso del Estado en la primera quincena de septiembre. Empero, las palabras de Andrés fueron una amenaza aprovechando las circunstancias casi mayoritarias del PRI en dicho órgano colegiado y sus alianzas con otras bancadas. Todo aquello, empero, generó un híbrido que solamente sirvió para arañarle algunos recursos a determinadas partidas presupuestales y enviarlas dizque al mejoramiento de la infraestructura educativa en el siguiente ciclo escolar, lo cual resultó un fiasco, según lo acabamos de comprobar tras iniciarse el presente año lectivo mediante el arbitrario cobro de cuotas a los padres de familia.
Alejandro Villarreal Gasca, secretario de Finanzas y Planeación, quien ayer participó en un encuentro nacional de homólogos suyos con Ernesto Cordero, secretario de Hacienda federal, tiene casi listo el Presupuesto de Egresos 2011 con cifras que rebasan los 15 mil millones de pesos y que deberá ser entregado al Congreso local antes del 30 de septiembre. Espera un debate con altura de miras sobre el documento, sin que prevalezca el voluntarismo de la partidocracia. Sin embargo, es obvio que en un contexto donde campean los intereses personales de unos cuantos surgirán las presiones. A ver.