El gobernador Graco Ramírez es cien por ciento mediático, sabe acomodarse, está claro en la reunión de ejecutivos del PRD con el presidente electo, Enrique Peña Nieto, donde se sienta frente de él y en la foto oficial está a su lado. Conoce de tiempos y movimientos en la política. Ello lo hace un operador político de su persona y demostró que aprovechó los errores garrafales de los priistas para montarse donde aquellos descuidaban. Fue eficaz en la batalla electoral.
Todo ello, sin embargo, no indica que sea un operador político cien por ciento hacia afuera, con la ciudadanía en general. Pero coloca en las áreas de operación a expertos, eso se piensa más de cinco veces, por ser estratégicas. Normalmente, el que opera la política de un estado en consulta permanente con el mandatario, es de bajo perfil, no es cercanísimo por amistad porque en la toma de decisiones gana lo fraterno a la razón. Recibe órdenes, las acata, pero en la mesa de análisis su opinión debe ser puntual, certera y en el tiempo. Incluso, con el anticipado “disculpe señor gobernador, pero…” manifestar lo que considere riesgoso en tal o cual asunto. Así es como en la práctica funciona.
El operador político debe ser toda una “chuca cuerera” y tener en su currículo diversas posiciones directas con los grupos sociales y comunidades. Ahí no se improvisa. No necesariamente la operación política parte de la Secretaría General de Gobierno, existen otras áreas con mayor margen de maniobra para ello, siempre con la vista del secretario de Gobierno y sus principales colaboradores. El Gobierno de Graco puso ahí a dos de sus operadores veteranos, de siempre, los que nunca han dejado de ser graquistas, no es raro que Jorge Messeguer Guillén y José Luís Correa, ambos ex diputados locales, sean secretario y subsecretario, o que pongan a un oxidado Fernando Celerino Pacheco como director general de Gobierno.
Son hombres probados, sí, pero no hay que confundirse: lo han sido desde el punto de protesta, al frente de los demás, ya en plazas públicas, en instituciones electorales, en la tribuna o en los medios. No han sido receptores. Un símil: los jonroneros en el beisbol. Siempre los lanzadores buscan qué tipo de curva o recta enviar, a qué velocidad, para marcarle los strikes y poncharlos. Esta sería la función hoy de jonroneros naturales como Messeguer o Correa, que nunca se han parado desde “la lomita” a esperar las señales del dugout y del cátcher. Hasta el momento y en los albores de la administración, desde ahí –la operación política— han lanzado bolas a la zona de bateo que se elevan hasta la onceava fila. En la TV hemos visto al manager ir a orientarlos al montículo, se hace la bolita para opinar con el guante sobre los labios. Y hay ocasiones que cuando llegan al segundo inning ya van perdiendo 5-0. No hay de otra, los tienen que enviar al banquillo. No queremos exagerar, pero en una novena, en una oncena de fut, cada elemento juega en su posición habitual. Hay ocasiones que un mal centro delantero puede ser un buen defensa central. Pero son la excepción.
El tema de la comunidad de Huexca es más que los beneficios que mencionan como razón principal, un negocio que ha hecho el Gobierno federal con una empresa española y que puede tener el aval de palabra de la administración que viene de los priistas. No es extraño que en conflictos de esta naturaleza la operación política cuando “es pobre” busque allegarse de algunos vecinos con liderazgo, les otorgue prebendas y los haga afines. Y siempre, como en las novelas, telenovelas y películas, salen los contrarios. El Gobierno de Morelos empezó el trabajo de disuasión con marco Adame, lo ha seguido con Graco Ramírez, sólo que si el tema “estuviera planchado” como dicen, no habría ninguna necesidad de llegar con un batallón de policías estatales. Este es un mal indicio, sobre todo para un Gobierno que se precie de ser socialista e incluyente. Ya cualquier información en contrario, pierde efecto. Las imágenes se quedan captadas en la mente de cada ciudadano.
No queda más que la total transparencia:
1.- Que diga el Gobierno de Morelos exactamente cuáles son los beneficios de la obra de Huexca y en qué son beneficiados, directamente, los que viven en la zona, luego los demás.
2.- Que digan quiénes son las empresas de la obra, su origen, los contratos de las mismas, los plazos, la mano de obra, los riesgos.
En estos casos siempre flota en el aire, “la sombra de Tepoztlán” cuando el pretendido Club de Golf. Los operadores políticos de Jorge Carrillo Olea arreglaron todo. Pero lo hicieron desde sus oficinas. Estaban todos ahí: inversionistas, constructores, funcionarios que operarían lo social y político. Hicieron cálculos sobre maquetas, sobre restiradores, llegaron al acuerdo que era viable y lo dieron por hecho. Muy bien. Sólo faltaba un elemento: hablar con la gente de Tepoztlán, con los líderes, con historiadores que les narraran el estilo de los tepoztecos, de su apego a sus usos y costumbres. Lo subestimaron. Fueron con policías a amedrentarlos, los tomaron a funcionarios de rehenes, los encerraron, que los iban a colgar. Un escándalo mundial.
Y no hay Club de Golf.
En Huexca no se está diciendo la verdad completa, ahí está el orificio por donde todo puede irse por la borda…
¿Malos augurios?
La rueda de prensa interrumpida: claro Daniel Alcaraz en su columna. hace una radiografía importante de cuál sería el comportamiento en la relación Gobierno—Medios. Está crispado el ambiente y la carga a Jorge Messeguer Guillén va a ser pesada. Es el jefe del gabinete, pero para serlo primero hay que parecerlo. Ya está ahí, o no está, o han dejado de buscar la mano santa de José Luis Correa. A saber, pero el escenario no es nada risueño.
1 comentario
Hey
Muy buena reflexión sobre el tema. El recurso del tolete y el… Compartelo!