Ese par de delincuentes que se quedaron sin derecho a fianza viven de los recursos públicos en su carácter de funcionarios del gobierno del Distrito Federal, aunque hace pocos días los cesaron.
Pero entre ellos y los que agredieron en Morelos a una maestra y alegan mil pretextos para disfrazar su intolerancia hay demasiadas similitudes.
Pero también hay diferencias: a los que delinquieron en Brasil los sometieron a proceso y están en la cárcel.
Los que realizaron su agresión en Morelos no sólo están libres y sin cargos, sino que, al menos temporalmente, se han salido con la suya.
Como se puede apreciar, la justicia brasileña es más justa -por lo menos no tan flexible- como la de Morelos.
Ni el Instituto de la Mujer, ni tanta feminista ahora con salario oficial ha hecho algo sustantivo - o sea, algo real- en favor de la profesora víctima de la intolerancia. Acompañarla a que presente una queja es algo de risa y no habla de voluntad política por mejorar las cosas en una entidad donde doce años de gobierno panista fueron suficientes para disminuir los derechos ciudadanos, especialmente los de las mujeres y las minorías.
Apenas estamos a tiempo para empezar a rectificar.
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Oscar Davis
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