Gabriel Rivas Ríos, empleado adscrito a la fracción parlamentaria del Partido del Trabajo, es el que cada miércoles y los días que sean necesarios azuzan a la gente que reclama por el cobro de impuestos y derechos municipales en Cuernavaca. Fue su gente la que trató de pasar a la zona de curules. Los guaruras del Congreso demostraron ser buenos para hacer su trabajo (así como fueron buenos para proteger a uno de los parientes golpeadores de un legislador) y el incidente pudo controlarse. Pero es innegable que fue "fuego amigo". Independientemente de la justeza o no de su causa, el que Rivas Ríos -señalado hasta la saciedad por ese detalle- realiza esas labores en horario de trabajo y asalariado en el Poder Legislativo no suena muy ético. Es un sonado caso de agitador profesional. Los partidos de oposición siempre se quejaron de esas cosas cuando las hacía el PRI. Con una plaza en el sector educativo, eran cientos o miles los inmorales que se dedicaban todos los días del año a favorecer al Partido Revolucionario Institucional. Lo mismo hicieron los panistas, por herencia. Y vean, hasta el tan revolucionario -así se consideran allí- Partido del Trabajo exhibe su escasa calidad moral. Tania Valentina Rodríguez Ruiz, con un cargo de elección y un puesto en la estructura del Poder Ejecutivo, quizá no tendrá cara para pedir el voto en 2015. Aunque aún así apostará a ganarse otra diputación local plurinominal. Mientras, que sigan los estropicios.
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Oscar Davis
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