Si de algo no pueden presumir los magistrados integrantes del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) es de tener una convicción para velar por la institucionalidad, pues en estos tres días de votaciones para elegir a su nuevo presidente han puesto todo por delante, menos a la institución.
Su incapacidad para ponerse de acuerdo ha mostrado que la justicia no está exenta de la política, pues hasta el momento han sido las pugnas de grupo las que se han impuesto y dentro de esas tensiones todo huele a política.
Por años, los integrantes del Poder Judicial han enarbolado la bandera de que al interior de éste prevalece lo legal y no otros intereses. A partir de este espectáculo, será difícil sostener tales afirmaciones.