Prevalecen, de entrada, consensos entre amplios sectores de la sociedad civil de que una serie de reformas estructurales han extramilitado sus plazos tanto en el marco institucional como en el plano de las políticas públicas.
Peña Nieto ha establecido como objetivos prioritarios de lo que será su gobierno el combate a la pobreza a través de una política social de “nueva generación”, auspiciar el crecimiento económico y elevar la calidad de la educación.
Por eso es que entre los diferentes sectores de la sociedad y de los actores del proceso educativo, se espera que con el arranque de la nueva administración federal inicie un proceso que realmente eleve la calidad educativa. El tema educativo, desde luego, hoy en día se ha constituido en el país en un asunto de deliberación entre analistas, especialistas, medios de comunicación y organizaciones civiles también.
Precisamente, en el marco de La Cumbre de la Comunicación 2012 –una iniciativa que reúne a las más importantes asociaciones de la industria de la comunicación, mercadotécnica y la publicidad en México- personalidades del sector educativo reflexionamos en torno al estado que guarda nuestro sistema educativo nacional.
En representación de la maestra Elba Esther Gordillo, compartí el panel ¿Cómo hacer competitiva a nivel global la calidad educativa y la capacidad de Innovación en México?, con el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles; el secretario de Educación Pública, José Ángel Córdova Villalobos, y el secretario ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), Rafael López Castañares, quienes coincidimos en que los problemas que vive México en cuanto a educación no se reducen a la responsabilidad de un actor en específico.
En efecto, en el desarrollo de mi exposición, señalé que en los últimos años el debate público sobre la educación se ha tornado ocioso, estéril, contraproducente, porque se ha querido centrar únicamente en responsabilizar a las maestras y los maestros del rezago educativo que vive el país; es decir, se les pide que respondan a las nuevas necesidades de conocimiento del siglo XXI, cuando el Estado mexicano no invertido en su capacitación y formación profesional.
Hay retos en la formación de los maestros para el siglo XXI; pero la reforma educativa no puede derivar de un cuestionamiento, un ataque al sindicato, o a una denigración de los maestros. La modernización de un sistema educativo como México, con más de un millón y medio de maestros, requiere también de una transformación del papel del mentor dentro y fuera de la escuela.
Implica formar a los maestros para los nuevos retos del siglo XXI, invertir en varias vertientes y en su conjunto y, desde luego, poner en el centro del modelo educativo para este siglo al actor que realmente debe estar en ese modelo educativo como eje referente para todas nuestras política públicas, no solo para educación, para salud, seguridad pública, para el deporte y la cultura, que es el alumno. Y el único que puede hacerlo es el Estado mexicano porque cuenta con los recursos, con la capacidad y la planeación para movilizar no solamente a los maestros, sino a otros actores con el fin de elevar la calidad y equidad de la educación.
En una palabra: una política integral y de Estado en materia educativa, que tenga como componentes la modernización de las burocracias educativas, la introducción de una plataforma tecnológica en las aulas, una mejor infraestructura en las escuelas, garantizar la impartición del idioma inglés y la capacitación constante de los maestros.
Esta política educativa debe de incluir todas las acciones que se dejaron de lado en los últimos 20 o 30 años. Por ejemplo: la modernización de las burocracias de educación. A la fecha tenemos 33 sistemas educativos en el país con poca o nula coordinación, incluyendo lo esencial en cualquier burocracia: lo presupuestal. Nuestro sistema federalista, educativo tiene que ser transformado para ser más eficiente; una mayor descentralización, sí, pero con una planeación central que permita a México tener un modelo de modernización de la capacidad educativa.