Parecido en Acción Nacional que tiene ya dos aspirantes a la nominación a gobernador, Alejandro Villarreal Gasca y Adrián Rivera Pérez –en estricto orden de estatura física-- y muchos otros van por “las que siguen”.
Eso sí, ninguno de los tantos quiere la segunda posición del Senado, mejor la plurinominal a diputado federal. Para pronto: no a la competencia directa, sí al “rebote” y a la pelea por la segunda plaza a nivel partido. Así, prácticamente reconocen que no tienen posibilidad de ganar al PRI el gobierno del estado y descartan las dos posiciones de mayoría al Senado. Con escenarios de este tipo, al PRI lo vuelven a su realidad y la sociedad regresa al sitio de hace dos o tres meses, cuando parecía imposible que les quitaran la ventaja a los tricolores, que era arrolladora y, cómo actúan en Morelos perredistas y panistas, todo indica que creen que no tienen chance. Con el modelo que siguen, surgen las dudas sobre si la competencia se dividirá en tres tercios y será “parejera”. La información que tengan PRD y PAN muestra con sus movimientos que se van a pelear la primera minoría al Senado con dureza.
Una cosa es lo que se pregone y otra la contundente realidad. ¿En qué basamos lo anterior?
En el PRD prácticamente la nominación al gobierno es del senador Graco Ramírez Garrido Abreu, y dejemos a un lado que tenga más méritos que otros, nada más porque nadie quiere entrar en competencia no con él sino por esa posición. ¿Por qué? Más bien, dirán ellos, ¿para qué?
En ese marco se desenvuelve el todavía diputado local Rabindranath Salazar Solorio, que este fin de semana tuvo un evento con invitados en camiones urbanos de todo el estado en lo que consideran su “centro de poder”: el jardín municipal de Jiutepec, con pago seguro del Ayuntamiento que preside el mayor de sus pupilos y también “en la lupa”: Miguel Ángel Rabadán Calderón. Inmerso en una serie de denuncias no aclaradas de cuentas públicas y sospechas también públicas, Rabín se siente seguro no de evadir la acción de la justicia sino la presión de sus correligionarios que como él buscan la primera posición del Senado, y los anotamos con nombres y apellidos: Juan Salgado Brito y Fidel Demédicis Hidalgo. Tanto Salazar como Juan Salgado Brito son conocidos de Andrés Manuel López Obrador pero el tabasqueño conoce no sólo de tamaños sino de lealtades, y en ese terreno el más bajito físicamente es infinitamente superior. Sí, Juan Salgado saca “años luz” al contador de Tejalpa y tiene una más en su favor: se mantuvo siempre en la línea con AMLO, aun en los momentos más críticos que vivió el tabasqueño en los últimos años tras aquel atraco electoral de julio del 2006.
Rabín fue ambiguo, jugó con el marcador, se solazó en el arrullo oficial e hizo suya la Auditoría Superior de Fiscalización desde su presidencia de la Comisión de Hacienda, donde es juez y parte de sus propios juicios con la anuencia del “Chueco” Luis Manuel González Velázquez y los mentores de éste. Las cuentas públicas del 2007 tienen un pendiente de 12 millones de pesos, y no se sabe de cuánto las siguientes. Con lo anterior cualquier otro ex presidente municipal estaría, si no preso, cuando menos inhabilitado y “regresando la copa”. Pero Rabín es diputado local y tiene fuero. Por ello quiere ampliar esta condición de inmunidad e impunidad con otro cargo de fuero: el de primer senador de minoría o diputado federal plurinominal.
Falta que se lo permitan sus adversarios internos Juan y Fidel y que la ASF haga lo que por ley debe: obligar a Rabín a rendir cuentas. Él es jefe de los funcionarios y empleados de la ASF o así pareciera, pero consultamos con nuestros estimados lectores: ¿alguno de ustedes ha escuchado, visto o leído que le exijan cuentas a Rabín como presidente cuestionado de Jiutepec y a su extensión como primer mandatario de ese municipio usando a Miguel Rabadán oficialmente? Salazar ha gobernado cinco años Jiutepec directamente o a través de su pupilo, y han hecho lo que han querido. Su afán --qué perfil ni que nada-- en la Comisión de Hacienda fue, inicialmente, para cubrirse él y Miguel Ángel, pero al darse cuenta de que nadie les pide cuentas, se aprestan a dar el otro salto, no obstante el auténtico cochinero de dos administraciones que no tendrán un perredista que les cuide la casa en los meses que vienen, porque todo apunta a que el PAN y el PRI cierren con uno de ellos recuperando el Ayuntamiento de Jiutepec.
¿Qué queda? Buscar con todo a su alcance un cargo de fuero que amplíe su posibilidad de seguir en libertad y gozando del saqueo. Y que no se equivoque Rabín: el que escribe no tiene correa que lo jale y antes que imaginara siquiera entrar en terrenos de la política, esta columna ya tenía lustros de aparecer. Nada más para que cuando alce el tono, lo haga bien afinado.