Sociedad

Nadie hizo nada por el río


Lectura 4 - 8 minutos
 “Nadie hizo nada por el río”
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Nadie hizo nada por el río


“Nadie hizo nada por el río”
Fotógraf@/ MÁXIMO CERDIO
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Recordar al río Apatlaco es volver a vivir innumerables aventuras de mi niñez…

Zacatepec. El río ha estado mucho antes de que el hombre pusiera un pie en estas tierras del sur de Morelos, ha descendido desde lo que ahora es el Estado de México, sus aguas han rodado atravesando todo el territorio morelense.

El río siempre ha sonado, fue abrevadero de los animales y fuente de vida de pequeños mundos que se han ido formando en sus márgenes y en sus aguas.

El maestro Hugo Calderón Carbajal contó que el río Apatlaco que pasa por Zacatepec ha sido una entidad a la que la gente no le ha puesto mucha atención, es decir, es parte del paisaje y se volvió un lugar común.

De acuerdo con el maestro, que es originario de Zacatepec, el puente que está adelante del Instituto Mexicano del Seguro Social y que conecta con la ciudad, no tenía la malla de metal, se la pusieron porque la gente iba todas las noches y hasta durante el día a arrojar su basura por ahí, sobre la corriente de este cuerpo de agua.

Nadie decía nada, la autoridad, que era la que debía velar por el río para que no se convirtiera en foco de infección para el pueblo, nunca multó o amonestó a las personas que arrojaban desechos, inclusive permitía que el rastro municipal vertiera todos los desperdicios de la matanza en el Apatlaco.

Vísceras y sangre flotaban sobre las aguas rojas, como cuando en los ríos sanos los pescadores machucan barbasco y tiñen las aguas de color púrpura para drogar a los peces y los pescadores puedan atraparlos con las manos con facilidad.

Cuando la población de Zacatepec aumentó, las necesidades de servicios públicos crecieron y a la autoridad del municipio se le hizo fácil permitir que toda la mierda y los orines de la gente fueran a dar a las aguas del afluente.

Muchos desechos y contaminantes del ingenio azucarero también iban a dar a las aguas del caudal.

El maestro Hugo relató que, en ocasiones, veían cómo la temperatura del río subía y hasta burbujeaba, como resultado de alguna reacción química de los desechos del ingenio con el agua.

Calderón Carbajal dijo que no tiene un solo recuerdo de los pobladores organizándose para sanear al río, o campañas de concientización para que no se contaminara el agua. El gobierno era totalmente omiso y permisivo. La única acción fue ponerle la malla al puente.

Si al menos hubiera existido algún grupo de pescadores que explotara el río, quizá hubieran exigido algo al pueblo o a las autoridades, pero sólo había algunos hombres que pescaban para tomarse unas cervezas en sus orillas.

Siempre hay personas que habitan las orillas de los ríos, una de ellas era un hombre que vivía por ahí por donde está el edificio del IMSS. Cada que era tiempo de lluvia se inundaba su casa. Ese hombre andaba por toda esa zona del hospital vendiendo coca colas de vidrio, se llamaba Luis y le faltaba una pierna, vivía solo.

Había también una zona cercana, frente al hospital, le decían Los Sapranpagüilos, apodo que le pusieron porque a una persona le dio sarampión y estaba enfermo de sus piernas, y por extensión así se les apodaba a todos los que vivían allí. En esa colonia habitaba un hombre que le decían El televisor, era ladrón de oficio. Muchas veces se le veían atravesando la calle con televisores sobre los hombros, que seguramente se había robado. El televisor, que tenía la costumbre de quemarle las pestañas al chamuco, presumía de muy honesto, decía que en la colonia nadie lo podría acusar de ratero, ejercía su oficio en otras colonias, menos en la suya.

Hay que imaginar por un momento que, hoy en día, el río Apatlaco estuviera bien cuidado, limpio. La cantidad de familias que los sábados y domingos bajarían a sus playas a divertirse.

Con estos calores en estas zonas, el río sería un lugar que todos los días recibiría a los bañistas para calmar el calor brutal que se deja venir en los tiempos de sol intenso.

El maestro Hugo dice que cualquier iniciativa que tenga que ver con hacer conciencia de la importancia del río Apatlaco en Zacatepec o Jojutla, tiene que venir por necesidad de la sociedad civil, porque ella es la afectada y la beneficiada.

La autoridad no tiene el más mínimo interés en preservar este manto de agua, a pesar de que es la responsable de que esté sano y no contamine, a pesar también de los millones de pesos que la federación invirtió en el saneamiento de toda la cuenca del río, durante el sexenio de Felipe Calderón y de Marco Antonio Adame Castillo.

El maestro Hugo Calderón Carbajal compartió un relato de la época en que el río estaba limpio.

 

Vivencias en el río Apatlaco

Recordar al río Apatlaco, es volver a vivir innumerables aventuras de mi niñez, acompañado de mis amigos Raúl, Lalo, Huicho, Manolo y Rogelio, este último, que con el paso de los años llegaría a ser sacerdote y responsable de la iglesia de San Miguel Arcángel de Jojutla.

En ese tiempo, estudiábamos la primaria, y uno de los lugares preferidos para jugar, era el río Apatlaco, en donde, en nuestra ingenuidad infantil, nos imaginábamos como exploradores que hacían un viaje por las selvas de África.

Era impresionante ver la flora y fauna del lugar, podíamos atrapar peces de color marrón que abundaban en el lecho del río, observar a un tilcuate o a las iguanas asoleándose en la ribera del río.

También nos gustaba ver volar a los zopilotes debajo del puente junto al IMSS de Zacatepec, planeando con precisión sus vuelos, en busca de su alimento.

Todavía me tocó ver a varios lugareños utilizar su tarraya para pescar mojarras que preparaban ahí mismo para comerlas con gran avidez, acompañadas de las imprescindibles cervezas.

Además, existía junto al río, una ladrillera, que ocupaba el atocle del lugar para elaborar los tabiques, y adonde nos metíamos aún con los hornos calientes, para ver quien aguantaba más sin rajarse, antes de que nos descubriera el dueño del lugar y nos pusiera unas buenas corretizas.

Lamentablemente, también por ese tiempo, la contaminación hizo estragos en el río, por los drenajes que se descargaban directamente, y por desgracia, el puente se convirtió en un basurero en donde los vecinos lanzaban sus desechos, acabando así con este rincón de la naturaleza.

Como lo dije al principio, quedan en mi memoria las vivencias que tuve en ese río, y que forman parte de mi identidad como nativo de Zacatepec.

 

Las crecidas del río

Otro recuerdo del río Apatlaco eran las crecidas, tan frecuentes ahora, pero que, en mi niñez, era algo extraordinariamente raro de presenciar.

De hecho, durante mi infancia y mi juventud, únicamente vi dos o tres veces que creció el río.

Era realmente impresionante ver ese acontecimiento, arrastrando enseres domésticos, ropa, y hasta animales como vacas y cerdos, mientras los lugareños observábamos, azorados, desde el puente del IMSS de Zacatepec.

En una de esas crecidas, el agua llegó hasta el patio de mis tíos, que vivían a una cuadra del río, y era impresionante ver flotando la lavadora, gallinas y objetos que estaban en el patio.

En una de esas ocasiones, la corriente del río arrastró decenas de tambos metálicos, que, al chocar con el puente, producían un gran estruendo, cimbrando la estructura, y provocando los gritos de los presentes.

Precisamente, en esa ocasión, un vecino envalentonado por el alcohol, quiso lazar con una cuerda a un bidón, siendo arrastrado por la corriente, de donde por fortuna, pudo ser rescatado.

 

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Máximo Cerdio

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