¿Adónde sus residuos? ¿Cómo llegan si existen unidades que están entre un campo de cultivo y otro? Ponen un ejemplo: Xochitepec que es un “set” de película, una maqueta vista desde las alturas de Palo Bolero y el que pueda hacerlo con la majestuosidad de un helicóptero o avión ligero. “Se juntan Xochitepec, Zapata, Temixco y Jiutepec, algo insólito, inusitado para el que llamaron con bombo y platillo ‘estado con vocación agrícola y turística’”, ironiza.
Imaginémonos que sean cien mil y se habiten en los siguientes cinco años; calculemos que por casa llegue una familia de cuatro miembros: hablaríamos de un crecimiento de 400 mil personas a los casi dos millones que somos en Morelos. No existen condiciones de infraestructura para los que estamos, lo que nos llena de problemas el posible camino. Las tan publicitadas empresas constructoras hacen lo que saben, pero si observan siempre están cerca de las oficinas de obras públicas o de cercanos a los gobernantes. Es el negocio encima del negocio, debajo del negocio, a los lados del negocio, el negocio pues. Xochitepec es un claro ejemplo, impresionante, de un crecimiento a lo peregrino. Zapata es otro. En su momento lo fue Jiutepec. Claro, hablando de las grandes empresas que todos conocemos y no mencionamos porque suelen pagar publicidad en los medios y tampoco estamos en contra de la subsistencia. Pero no sin prioridad en el desarrollo y sí, queda claro, un problema grave en el inmediato futuro.
Entendemos, entonces, el porqué de la lucha de los Trece Pueblos contra el desarrollo junto al pozo Chihuahuita en Emiliano Zapata. O del predio “Los Venados” en Jiutepec, que es una reserva ecológica de gran dimensión, en un poblado que apenas soporta con vieja infraestructura un centro de la cabecera con olores fétidos e infamantes calles. O lo de los vecinos de Tepec (en el atribulado Jiutepec, mal gobernado por el cada vez más agobiado Miguel Ángel Rabadán por su población y su patrón Rabindranath Salazar Solorio, que han ido de la mano “en las buenas” y seguramente los unirá la misma cuerda hoy que la realidad los aprieta y los conduce carreteras abajo, camino a Zacatepec, justo en Atlacholoaya) que evitan que un constructor apellidado Aguilera, al parecer de nombre Salvador, consume un verdadero atropello: la construcción de casi 300 casas en un sitio que sólo puede aceptar menos de 100 y que no tiene dónde arrojar sus residuos. Atroz simplemente.
Sobre este particular se conoce que la influencia de constructores y funcionarios llega a esferas de la justicia y empieza el amedrente. Residentes que pelean legalmente con el empresario Aguilera han comenzado a recibir la visita de presuntos ministeriales a buscar interrogarlos. Maniobra pura de temor. Lo que es un hecho es que el terreno que dio paso a la construcción no es viable, que si existe la justicia, tendrán que demoler lo que hay y que un negocio más donde prevalece el negocio sobre el sentido común y el deber oficial no se hará. Igual que en “Los Venados” o cerca del Chihuahuita.
En Tetelpa, municipio de Zacatepec, se conoce de otra zona habitacional al parecer sobre terrenos que no debieran albergarla. Aquí nos enteramos por boletines que nos envían ONG’s, como Guardianes de los Árboles y la Comisión Independiente de los Derechos Humanos, sobre el caso particular de la zona del cerro La Tortuga, un sitio reconocido porque entre su vegetación tiene plantas nativas medicinales. Bueno, hasta allá llegó una poderosa empresa, se arregló con las autoridades, les dieron las facilidades y manos a la obra. Parte de la comunidad, entre ellos un reconocido defensor del ambiente, profesional, con reconocimiento, cuyo nombre hasta las ONG’s se han olvidado (se los vamos a conseguir) ha sido demandado por la poderosa empresa porque “sembró árboles” en lo que dicen es suyo y los lugareños aseguran que fue en las inmediaciones. Era una tarea de reforestación, dicen.
Que “los tiras” de la judicial ya están sobre el reforestador, que llevan una orden de aprehensión y que lo van a meter preso por hacer bien. ¡Ah chinga, chinga! Pues así las cosas. Temixco no se salva, a punto de la explosión en ARAs del desarrollo. Por cierto, sorprendente, Nereo Bandera, aquel extraordinario compañero, simpático, atento, hoy perdido. No hay manera de saber de él. Si alguien lo sabe, le rogamos información del apreciado Nereo.
En tanto, a corroborar las viviendas desocupadas porque lo que no requiere de buscar mucho es que Morelos no se ha preocupado por la infraestructura. ¿Alguien tiene opinión en contrario? Adelante. Correo y espacio a su disposición. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..
1 comentario
Hey
Miguel Rabadan, el peor de los que se mencionan, y es obvio… Compartelo!