Para ello, los ciudadanos hacen su parte, buscan no romper con la cotidianeidad y vivir como siempre lo han hecho. Se requiere de condiciones otorgadas en mayor parte por las autoridades en los tres niveles. Hoy, es ocioso conocer opiniones de funcionarios o políticos que al toparse con las luces y reflectores se transforman. Si revisamos muchos discursos nos encontraremos con denuestos, descalificaciones, paja. No hay propuesta. Pocas, quizá, y hay que buscarlas como pepita de oro en una kilométrica mina.
Observamos una fotografía con el gobernador Marco Antonio Adame en primer plano. Pide, una vez más, la presencia de todas las fuerzas –que son los mismos responsables a su vez—para generar la instalación de la llamada mesa de gobernabilidad. De inmediato la respuesta en contra desde todos lados. Ante la aplastante realidad que vivimos en Morelos, lo menos que pueden hacer quienes gobiernan en los tres poderes, los partidos, es buscar intensamente que la sociedad viva mejor. ¿Cómo lograrlo si ni siquiera el intento de sentarse en una mesa se logra? ¿Qué se ha hecho en los demás intentos? No se trata de que por razones de amistad, desde el Congreso local ubiquen a quien sea, sin perfil y se conviertan en seudoadalides de la democracia, en ideólogos de punta, en críticos inmaculados. Quizá a quienes coloquen al frente es lo de menos. Lo de más es la búsqueda de resultados. ¿Y cuáles son éstos?
Morelos con su sociedad al frente urge de una tregua de los políticos para conseguir los puntos de certeza que se han perdido. Que nos digan que cambiará, con el esfuerzo de todos incluidos ciudadanos, el estado de cosas. Al morelense común, a la gran mayoría, no le interesa si un grupo de partidos o personajes amagan un día sí y otro también con llevar a una silla para dictarle juicio político al gobernador del estado. Si le preguntan a cualquier persona que viva en Morelos durante los últimos 20 años, responderá que prefiere conocer cómo y hasta cuándo podrá regresar a la calle a pasear con sus hijos o dónde tranquilamente tomar el fresco de las calurosas noches de nuestra tierra. Ésa es la prioridad, no lo que pretendan protagónicamente sujetos que jamás han tenido una responsabilidad, que en uno, tres o cinco años, se autonombran “políticos profesionales”.
Nunca se han apreciado las mesas de la reforma, del diálogo o de la gobernabilidad, con el título que gusten colocarle. Hoy sobran razones para que desde ese punto surjan las ideas, las propuestas, pero sobre todo los compromisos. El gobernador Marco Adame que ayer envió su cuarto informe de actividades, abre la convocatoria sin ser, él, el único responsable; invita a sus pares en esta tarea. La reacción o es de indiferencia o es el aviso, enésimo por cierto, de la incoación de juicio político. A estas alturas, cuando la realidad mata a la ficción, cuando el grito es de petición de promesas porque la realidad aniquila, lo menos que deben hacer los responsables del poder en el nivel que sea, es brindarle certidumbre a los morelenses. Hay tiempo, aunque esté encima, para que afilen sus macanas en el proceso electoral donde, auguramos, crecerá quien ofrezca opciones reales sobre los que auguran el desastre.
En una palabra, lo del juicio político huele a viejo, se siente el amago, incluso parece una intentona de turbia negociación. Ya estuvo. Si de juicios políticos se tratara pocos, pero muy pocos de los que hacen funciones públicas se salvarían. Es verdad, en la administración de Adame no hay las luminarias que un gabinete históricamente cuentan, cuando menos con cinco de alto nivel. Incluso, se divierte la gente con encuestas que caen en la grosería y comicidad como las que hacen presuntos empresarios.
Adame no tira el guante de reto, sólo cumple con su obligación. Los demás no deben recoger ninguna prenda, únicamente hacer lo que les obliga su cargo. La sociedad de Morelos observa, vive sobresaltada y su única manera de hacerse sentir ante la sordera y ceguera de los que deben tener ojos y oídos abiertos, es desquitarse en las urnas en julio del año que entra.
Morelos y sus gentes se encuentran encima, mucho, de cualquier funcionario o político. Que lo entiendan ya. Lo de la mesa es un tema urgente. Lo del juicio adquiere la figura de la leyenda del lobo. Las prioridades están a la vista, se palpan, se respiran. Que hagan su trabajo los que se hacen guajes y que dejen hacer el suyo a los pocos que cumplen. El tema de la entrega del informe tuvo un manejo discreto, como tiene que ser, porque hay prioridades sociales; una, la fundamental, que el morelense como usted, como un servidor, retome nuestras calles y tengamos ese sentido de pertenencia que tanto orgullo nos daba.