El exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, fue diagnosticado con una depresión grave sin síntomas psicóticos, junto con un cuadro de ansiedad y un riesgo "mayor" de eventual intento de suicidio, según una evaluación psiquiátrica realizada antes del inicio del nuevo juicio en su contra por presunta malversación de fondos públicos.
El informe de la perita psiquiatra, incluido en el expediente judicial del llamado caso Reconstrucción, señala también que "el evaluado presenta indicadores específicos de simulación de un cuadro clínico de tipo psicótico", aunque la especialista detectó "inconsistencia" entre las supuestas alucinaciones visuales y auditivas mencionadas por Glas y su comportamiento durante la entrevista.
La evaluación también indica que Glas mantiene funciones cognitivas normales, aunque se encuentra "decaído, triste e irritable". Además, la experta detalló que "es cauteloso y piensa al entregar información" y que "aparenta desorientación en tiempo".
Pese a su estado emocional, la depresión no compromete la conciencia ni la inteligencia del exvicepresidente, aunque sí ha afectado su voluntad para actividades cotidianas, como continuar un tratamiento psicofarmacológico.
Por ello, la especialista recomendó "de manera urgente" la realización de una junta médica interdisciplinaria para una evaluación más profunda, mientras sigue bajo atención psicológica y psiquiátrica.
Durante la evaluación, Glas explicó que padece alucinaciones desde que presenció masacres entre presos en la cárcel de Latacunga, en medio de los enfrentamientos entre bandas criminales en las prisiones ecuatorianas desde 2021.
"Yo tengo un trastorno de ansiedad generalizado, diagnosticado hace unos cuatro años en la cárcel, después de ver las atrocidades ocurridas en Latacunga, los motines, los descuartizamientos...", relató Glas a la psiquiatra.
"Una vez me resbalé con un charco de sangre. Desde ahí veo alucinaciones, manchas de sangre... a veces veo un miembro, una pierna...", detalló.
También expresó pensamientos suicidas y mencionó un intento previo, presuntamente con una sobredosis, tras ser recluido en la cárcel de máxima seguridad La Roca.
"Yo quiero morirme. Me han perseguido tanto... me quieren hacer más daño. Antes de ir a juicio, prefiero quitarme la vida. Ya fallé la vez pasada", dijo, sin detallar cómo lo haría.
El juicio por el caso Reconstrucción, en el que se acusa a Glas y a otros implicados de desviar fondos destinados a las zonas afectadas por el terremoto de 2016, estaba previsto para el 6 de junio, pero fue aplazado para permitir esta evaluación.
Glas fue trasladado desde Guayaquil a Quito para comparecer presencialmente, y su solicitud de participar por videoconferencia fue rechazada por los jueces.
Jorge Glas cumple una condena de ocho años de prisión por dos sentencias por corrupción: una en 2017 por asociación ilícita en el caso Odebrecht y otra en 2020 por cohecho en el caso Sobornos, en el que también fue condenado el expresidente Rafael Correa.
Tras haber sido liberado a finales de 2022 por una controvertida resolución judicial, Glas permaneció libre hasta finales de 2023, cuando ingresó a la Embajada de México en Quito solicitando asilo.
El gobierno mexicano lo reconoció como "perseguido político", pero el presidente ecuatoriano Daniel Noboa ordenó su captura el 5 de abril de 2024 mediante un asalto a la sede diplomática.
Este hecho provocó una ruptura diplomática entre Ecuador y México y derivó en una disputa ante la Corte Internacional de Justicia.
México acusa a Ecuador de violar la inviolabilidad de sus sedes diplomáticas, mientras que Ecuador argumenta que México incumplió los tratados sobre asilo político.