Un gran incendio forestal, considerado el más grave en Israel en la última década, arrasó aproximadamente 20 kilómetros cuadrados de bosque de pinos entre Jerusalén y Tel Aviv.
Las llamas, que comenzaron el miércoles al mediodía, se propagaron rápidamente debido al calor extremo, la sequedad del terreno y fuertes vientos.
El fuego obligó a cerrar una importante carretera entre ambas ciudades y provocó que numerosos conductores abandonaran sus vehículos para ponerse a salvo.
El cielo en Jerusalén se cubrió de humo gris, y varias comunidades cercanas fueron evacuadas como medida preventiva. Aunque no se reportaron daños en viviendas, cultivos como viñedos y olivos sí resultaron afectados, especialmente en propiedades pertenecientes a comunidades católicas, cuyos miembros ya pudieron regresar a sus tierras.
Afortunadamente, no se registraron heridos graves ni daños en iglesias históricas.
Al menos 12 personas fueron hospitalizadas por inhalación de humo y otras 10 recibieron atención médica en el lugar.
Las autoridades israelíes instaron a la población a evitar zonas boscosas y a tener precaución durante las celebraciones del Día de la Independencia, que suelen incluir actividades al aire libre.
Frente a la magnitud del incendio, varios países europeos, incluidos Italia, España, Francia, Croacia, Ucrania y Rumania, enviaron aviones especializados para colaborar en las labores de extinción. Macedonia del Norte y Chipre también ofrecieron apoyo aéreo. Para el jueves ya operaban 10 aeronaves, y se esperaba la llegada de ocho más.
La carretera entre Jerusalén y Tel Aviv fue reabierta el jueves, mientras todavía se veían grandes extensiones calcinadas cubiertas con polvo retardante. El olor a humo permanecía en el aire.
El incendio revivió el recuerdo del trágico fuego de 2010 en el Monte Carmelo, que dejó 44 muertos y consumió más de 4.800 hectáreas.