Este lunes, los empleados de nueve fábricas de automóviles y componentes de Volkswagen en Alemania comenzaron huelgas de varias horas, paralizando las líneas de montaje en un enfrentamiento sobre el futuro de las operaciones del gigante automotriz en el país.
Las protestas se llevaron a cabo en la sede principal de la empresa en Wolfsburgo, así como en la planta de Hannover, que emplea a unas 14,000 personas, y en otras fábricas en Emden, Salzgitter y Brunswick.
Fuentes sindicales confirmaron que en Wolfsburgo, una huelga de dos horas afectó la fabricación de varios cientos de vehículos, incluidos modelos emblemáticos como el Golf.
La situación podría empeorar, ya que las huelgas podrían convertirse en paros de 24 horas o ilimitados si no se alcanza un acuerdo en la próxima ronda de negociaciones salariales.
"La duración y la intensidad de esta confrontación es responsabilidad de Volkswagen en la mesa de negociaciones", dijo Thorsten Groeger, que dirige las negociaciones en nombre del sindicato IG Metall.
Además, Daniela Cavallo, jefa del comité de empresa de Volkswagen, indicó que los accionistas principales de la firma, incluyendo el Estado de Baja Sajonia y un holding controlado por las familias Porsche y Piech, también podrían tener que hacer sacrificios con respecto al dividendo anual, aunque no detalló en qué consistirían.
Cavallo agregó que la cuarta ronda de negociaciones, prevista para el 9 de diciembre, podría terminar en un acuerdo o en una escalada del conflicto.
"Por desgracia, las señales enviadas recientemente por la dirección no son muy alentadoras", expresó, destacando que el cierre de plantas, los despidos masivos y los recortes salariales son inaceptables para los trabajadores en este proceso.
Por su parte, un portavoz de Volkswagen destacó que la empresa respeta el derecho de los trabajadores a la huelga y ha tomado medidas para garantizar un nivel básico de suministros a los clientes y minimizar el impacto de la protesta.