Óscar Flores Rangel, quien ha estado presente en todas las ediciones de este certamen que se ha vuelto tradicional, es uno de los personajes que destacan en medio del ambiente ya que llega desde Puente de Ixtla a realizar las rifas del pollo en las que los aficionados toman parte con gusto.

Es un momento agradable cuando el profesor Cristóbal Melgar le hace eco a sus clásicos gritos. Una mano santa saca el primer número, lo vocea y señala que “no comió pollo”; al quinto boleto que sale se da el nombre del ganador, seguido de la frase de “sí comió pollo”.

Pero también los aficionados que se dan cita en el Estadio San Salvador --donde prevalecen los anuncios de La Unión de Morelos, patrocinador del evento, cuyos ejemplares son ofrecidos en las tribunas con la finalidad de que estuvieran enterados de cómo transcurría el torneo-- tienen más opciones como las tortas caseras de doña Lety, los churros, las nieves, los chicharrones, las papas que son ofrecidas para que caiga el gol, las mollejitas y habas que ofrecen con el grito de “esto urge”.

Éste es el ambiente que se vivió durante las diez semanas que duró la Copa Miacatlán no solo en las tribunas sino también en Palo Prieto, donde siempre hubo personas disfrutando de los buenos partidos.

PHANTOM TERMINÓ INVICTO