Recordó que “desde el 28 de octubre dan inicio celebraciones por los Fieles Difuntos, en donde ese día se coloca la primera ofrenda, dedicada a los que murieron trágicamente, llamados “matados”, siendo el día 31 para los niños y el 1 de noviembre, para los adultos”.
Asimismo, señaló que “la tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos”.
Y es que añadió que “la Iglesia ha querido instituir un día 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo”, refirió.
Agregó que “es por ello que la Iglesia católica recomienda la oración en favor de los difuntos, las obras de penitencia, entre otras, para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación”.
Asimismo, Longar Estrada señaló: “No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos, ya que nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor”, sostuvo.
No obstante, dijo que el “Halloween” (víspera santa) o la “noche de brujas”, que se celebra el 31 de octubre, cuya costumbre proviene de los celtas, “puede distraernos de la oración del día de Todos los Santos y de los difuntos, puesto que esta celebración tan sólo se ha convertido en una fiesta muy atractiva con disfraces, dulces, trucos, diversiones que nos llaman mucho la atención, pero puede llegar a pasar que se nos olvide lo realmente importante, es decir, el sentido espiritual de estos días”, subrayó.
Estableció que “es mejor el colocar el altar de muertos (ofrenda), que es una costumbre mexicana relacionada con el ciclo agrícola tradicional, ya que los indígenas hacían una gran fiesta en la primera luna llena del mes de noviembre, para celebrar la terminación de la cosecha del maíz; puesto que creían que ese día los difuntos tenían autorización para regresar a la tierra, a celebrar y compartir con sus parientes vivos, los frutos de la madre tierra”.