Un gesto navideño se volvió viral y desató una ola de reacciones positivas en redes sociales.

En medio del tráfico urbano y el ajetreo cotidiano, un acto sencillo se transformó en símbolo del espíritu solidario de la temporada decembrina. Un video difundido en redes muestra cómo un motociclista protagonizó un momento de generosidad que conmovió a miles de usuarios, al sorprender a una mujer de la tercera edad que vendía mazapanes en un semáforo.

Las imágenes, grabadas desde la perspectiva del joven, captan cómo se aproxima a la señora y le pregunta el precio de los productos. Con naturalidad, ella responde que cada mazapán cuesta 10 pesos, sin imaginar lo que ocurriría segundos después.

El motociclista le comenta que desea comprar dos piezas, pero pagará 100 pesos por cada una. Sorprendida, la mujer tarda unos segundos en reaccionar y le indica que puede llevarse los seis mazapanes que le quedaban.

Lejos de aceptar toda la mercancía, el joven se niega y explica que su intención es ayudarla sin dejarla sin productos. Acto seguido, saca varios billetes y se los entrega, provocando la alegría inmediata de la vendedora, quien no oculta su emoción ante el inesperado apoyo.

Conmovida, la abuelita le agradece y le desea una Feliz Navidad, cerrando el breve intercambio con palabras cargadas de afecto y gratitud. Este momento, aunque breve, reflejó la conexión humana que puede surgir entre desconocidos.

El video comenzó rápidamente a circular en distintas plataformas digitales, donde recibió una oleada de comentarios positivos. Usuarios destacaron la actitud solidaria del motociclista y celebraron que acciones como esta ocurran incluso en contextos de dificultades económicas.

Entre los mensajes se leían expresiones como: “Te ganaste un seguidor por tu buena acción”, “Qué chido es la banda bikers que apoya a la gente”, y “Le dijo feliz Navidad y Dios lo bendiga, es la mejor abuela y madre que hay”.

La grabación se ha convertido en un recordatorio de que, más allá de regalos costosos o celebraciones ostentosas, la Navidad también se construye con pequeños actos de empatía que pueden cambiar el día —y quizá la vida— de otra persona.