La historia de Ángela Mariño emocionó profundamente a miles; antes de morir pidió que, en lugar de flores, su velorio recibiera comida para perros y gatos destinada a organizaciones.
El relato de Ángela Mariño, una joven veterinaria colombiana que dedicó su vida y su último gesto a la protección animal, ha tocado el corazón de personas en distintos países.
Con apenas 21 años, enfrentó durante más de una década un cáncer cerebral agresivo que convirtió su despedida en un acto de generosidad que hoy inspira a quienes tienen una conexión especial con los animales.
Desde los 12 años convivió con la enfermedad, aunque el diagnóstico llegó tiempo después. Entre cirugías, terapias y jornadas en las que el dolor parecía imponerse, Ángela continuó ejerciendo su vocación y mantuvo intacto su cariño por los animales.
Incluso estudió medicina veterinaria y colaboró siempre que su salud se lo permitía; cuidaba animales en situación de riesgo, les proporcionaba alimento y les buscaba hogares responsables.
¿Cuál fue el deseo final de Ángela?
Su último mensaje fue el que movilizó a cientos. Días antes de recibir la eutanasia, grabó un video junto a su amiga Tatiana, donde expresó su petición final antes de partir mediante muerte asistida: que en su velorio no llevaran flores, sino alimento para perros y gatos, destinado a fundaciones o refugios necesitados.
“Gastar en flores que se dañan no sirve… Prefiero que ese dinero se convierta en apoyo para quienes sufren más”, dijo entre lágrimas.
“No sean indiferentes ante el dolor de los animales y de otros seres. Dejemos de ser tan egoístas y de creernos el centro del universo”, añadió.
Mientras su amiga la abrazaba intentando reconfortarla, Ángela pronunció: “Tendré una fundación en el cielo”.
El 10 de noviembre, durante su despedida, ese deseo se cumplió. Familiares, amigos y desconocidos que sintieron empatía por su historia acudieron con bolsas de comida para perros y gatos.
Las donaciones fueron entregadas a organizaciones que hoy atienden a decenas de animales gracias al mensaje de Ángela.
Los rescatistas realizan una labor esencial a favor de animales en situación de calle o víctimas de maltrato. Afortunadamente, cada vez más personas reconocen esta realidad; sin embargo, la problemática continúa en muchas regiones, donde aún existen altos índices de animales vulnerables.
La conmovedora solicitud de Ángela generó una ola de solidaridad inesperada. Quienes asistieron al velorio comentaron que su gesto los hizo pensar en cómo transformar el dolor en servicio. Muchos afirmaron que seguirán apoyando refugios en su nombre. Organizaciones de rescate señalaron que estas donaciones llegan en momentos críticos, pues dependen de aportes ciudadanos para brindar atención, alimento y espacios seguros a animales abandonados o provenientes de entornos de violencia. Su historia seguirá recordándose como un ejemplo de amor y empatía duradera.
