En un acto que sorprendió a todos, un youtuber destruyó una Nintendo Switch 2 con un martillo justo después de comprarla, en plena presentación pública en la tienda oficial de Nintendo en San Francisco. Mientras decenas de personas esperaban pacientemente su turno para adquirir la consola, el creador de contenido abrió la caja, golpeó el dispositivo varias veces y luego le arrojó agua, dejando los restos en el suelo. Su única explicación fue:
“Quería ser el primero en romper una Switch 2”.
El incidente provocó reacciones inmediatas entre los asistentes. Algunos lo confrontaron con frases como
“necesitas ir a terapia”,
mientras otros solo observaron con incomodidad. Como consecuencia, el youtuber fue expulsado permanentemente de la tienda por poner en riesgo la seguridad de los presentes.
🟣 Un youtuber rompe su Switch 2 recién comprada con un martillo delante de decenas de fans de la consola:
— Movistar eSports (@MovistareSports) June 6, 2025
La tienda Nintendo de San Francisco le ha vetado por poner en peligro al resto de compradores⚠️
"Quería ser el primero en tener una Switch 2 rota". pic.twitter.com/LgGtKnYoHa
Este tipo de actos no son nuevos en el mundo digital, pero sí reavivan el debate sobre los límites del contenido en redes sociales. En una era donde la atención del público es cada vez más difícil de captar, algunos influencers optan por acciones extremas para volverse virales, aunque esto implique perder credibilidad o provocar rechazo.
Estudios recientes muestran que las personas pasan en promedio más de 2 horas al día en redes sociales, y en países como México, esta cifra supera las 3 horas. En este entorno, los algoritmos premian los contenidos que generan reacciones inmediatas, incluso si se basan en la polémica o el escándalo.
Expertos advierten que este modelo ha dado paso a una “cultura del shock”, donde lo importante no es si el contenido aporta valor, sino si logra interrumpir el scroll del usuario. Además, investigaciones han demostrado que recibir likes y vistas activa áreas del cerebro relacionadas con el placer, lo que puede volver adictiva la búsqueda de atención digital.
Así, aunque destruir una consola nueva pueda parecer un acto sin sentido, responde a una lógica donde la visibilidad lo es todo. Y en ese intento por destacar, la ética y la responsabilidad pueden quedar en segundo plano.