El bolillo, es un pan tradicional muy popular en la gastronomía mexicana. Su costra crujiente y miga suave lo hacen perfecto para antojitos como las tortas ahogadas o acompañar cualquier comida. Sin embargo, su consumo diario podría tener implicaciones negativas para la salud.
Comer bolillo de vez en cuando no representa un riesgo. El problema surge cuando se convierte en un hábito frecuente y no se acompaña de una alimentación balanceada ni de actividad física. Esto puede desencadenar problemas de salud que vale la pena considerar.
Uno de los efectos más comunes es el aumento de peso. Este pan es rico en carbohidratos simples, lo que provoca un rápido aumento de glucosa en la sangre. Cuando el cuerpo no utiliza esa energía, la convierte en grasa almacenada. A largo plazo, este tipo de picos de azúcar puede contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina y eventualmente llevar a una diabetes tipo 2.
Otro aspecto importante es que, aunque genera una sensación de saciedad inicial, el bolillo no contiene fibra, proteínas ni grasas buenas. Esto provoca que el hambre regrese en poco tiempo, favoreciendo el consumo excesivo de alimentos a lo largo del día.
Para quienes padecen problemas gastrointestinales, como colitis o intolerancia al gluten, su ingesta frecuente puede causar molestias como inflamación, dolor abdominal o estreñimiento.
No se trata de eliminarlo completamente de la dieta. El bolillo puede incluirse de forma moderada dentro de un régimen saludable, sobre todo si se combina con alimentos ricos en fibra, verduras, proteínas ligeras y grasas de buena calidad. También es mejor elegir versiones integrales, si están disponibles.
En resumen, abusar del bolillo puede impactar tu salud metabólica, digestiva y tu peso corporal. La clave está en el equilibrio: disfrutarlo ocasionalmente como parte de una dieta variada y mantener hábitos que favorezcan tu bienestar.