El hígado graso infantil es una afección cada vez más común que puede desarrollarse desde los 5 o 6 años debido a malos hábitos alimenticios y falta de actividad física. Aunque suele estar relacionado con el sobrepeso y la obesidad, también puede presentarse en niños con antecedentes familiares o condiciones metabólicas.
Según expertos en salud hepática y la organización Healthy Children, el hígado graso ocurre cuando se acumula grasa (triglicéridos) en este órgano, lo que con el tiempo puede causar daños graves como fibrosis o cirrosis.
Principales señales de alerta
Aunque en muchos casos no presenta síntomas visibles, algunos signos que pueden indicar esta enfermedad en los niños son:
1. Cansancio frecuente.
2. Dolor en la parte superior derecha del abdomen.
3. Sobrepeso u obesidad.
4. Análisis de sangre con enzimas hepáticas elevadas (ALT y AST).
Además, ciertos factores aumentan el riesgo de desarrollar hígado graso:
1. Índice de masa corporal (IMC) por encima del 85%
2. Acumulación de grasa en el abdomen
3. Diabetes tipo 2
4. Colesterol y triglicéridos altos
5. Síndrome metabólico (resistencia a la insulina, hipertensión, menstruaciones irregulares)
6. Apnea del sueño
7. Antecedentes familiares de enfermedad hepática
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico se realiza con análisis de sangre y estudios de imagen para detectar acumulación de grasa y daño hepático. Es fundamental una evaluación médica periódica si hay factores de riesgo.
Tratamiento y prevención
Actualmente no existen medicamentos específicos para tratar el hígado graso en niños.
El tratamiento se basa en adoptar un estilo de vida saludable:
Ejercicio diario: al menos 60 minutos de actividad física moderada o intensa.
Alimentación equilibrada: reducir azúcares simples, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados; aumentar frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
Pérdida de peso progresiva si hay obesidad.
Seguimiento médico constante para evitar complicaciones.
Detectar y tratar el hígado graso a tiempo es clave para prevenir daños permanentes. Padres y cuidadores deben estar atentos a estos síntomas y fomentar hábitos saludables desde la infancia.