Cada 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con la intención de visibilizar la problemática de millones de menores obligados a trabajar en condiciones que vulneran sus derechos fundamentales. En muchos países, niños y niñas se ven privados de educación, atención médica y una vida digna que favorezca su crecimiento integral.
2025: un año clave para reforzar el compromiso global
Bajo el lema “Los avances son claros, pero aún queda mucho por hacer: ¡aceleremos nuestros esfuerzos!”, la campaña de este año busca intensificar las acciones para erradicar esta práctica. En 2025, se espera además la publicación de un informe conjunto entre la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF que analizará las cifras globales más recientes sobre trabajo infantil.
Este año también cobra relevancia la necesidad de ratificar completamente el Convenio 138 de la OIT, que establece la edad mínima para trabajar, y de hacer cumplir el Convenio 182, centrado en erradicar las peores formas de explotación laboral infantil. Ambos instrumentos son fundamentales para alcanzar los objetivos trazados en el Llamado a la Acción de Durban, que impulsa la prevención, protección y cooperación internacional para acabar con esta problemática.
Un compromiso adoptado en la Agenda 2030
En 2015, los líderes mundiales aprobaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), reafirmando su propósito de eliminar el trabajo infantil. La meta 8.7 insta a la comunidad internacional a tomar medidas urgentes para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a la esclavitud moderna y a la trata de personas, y eliminar completamente las formas más graves de trabajo infantil, incluido el reclutamiento de menores para conflictos armados, con el objetivo de acabar con el trabajo infantil en todas sus expresiones para el año 2025.
Una realidad persistente y alarmante
Lamentablemente, en numerosos países aún se obliga a niños y jóvenes a trabajar desde edades muy tempranas, muchas veces como única forma de contribuir a la economía familiar. Esta situación se agrava en regiones marcadas por altos índices de pobreza, donde el acceso a la educación, a una alimentación adecuada y a servicios de salud resulta limitado o inexistente.
La explotación infantil es una violación grave de los derechos humanos que continúa afectando a millones de menores en todo el mundo, sin que existan soluciones duraderas por parte de muchos gobiernos.
¿Qué comprende el trabajo infantil?
Desde su fundación en 1919, la OIT ha trabajado para abolir el trabajo infantil, promoviendo normativas que establecen edades mínimas para laborar, alineadas con la finalización de la educación obligatoria.
El trabajo infantil se divide en tres grandes categorías:
- Las formas más extremas: esclavitud, trata, servidumbre por deudas, explotación sexual, trabajo forzoso y uso de menores en conflictos armados o actividades ilegales.
- Trabajos que infringen la edad mínima legal y obstaculizan la educación o el desarrollo del menor.
- Actividades peligrosas que afectan la salud física, mental o moral del niño debido a su naturaleza o condiciones laborales.
UNICEF: una voz clave contra la explotación infantil
UNICEF estima que más de 150 millones de niños y adolescentes están atrapados en el trabajo infantil. De ellos, alrededor de 8 millones —en su mayoría niñas— realizan labores domésticas en condiciones precarias. Estas menores son separadas de sus familias, sometidas a abusos y privadas de todo derecho laboral, convirtiéndose en víctimas invisibles de un sistema injusto.
Frente a esta situación, UNICEF ha impulsado programas de protección y apoyo integral para reducir estos casos y garantizar un futuro más seguro y digno para los menores afectados. Su labor continúa siendo esencial para concienciar, prevenir y transformar esta realidad inaceptable.