La Inteligencia Artificial dejó definitivamente de ser una promesa futurista para convertirse en un eje central de la vida cotidiana durante 2025.
El año estuvo marcado por avances técnicos sin precedentes, un crecimiento económico acelerado y fuertes debates éticos y regulatorios que confirman que la tecnología ha alcanzado un punto de no retorno.
Uno de los momentos más simbólicos fue el reconocimiento de la revista Time, que nombró como “Personalidades del Año” a los llamados “Arquitectos de la IA”.
Entre ellos destacan Jensen Huang (Nvidia), Sam Altman (OpenAI) y Elon Musk (xAI), junto a figuras como Demis Hassabis (Google DeepMind) y Fei-Fei Li.
2025 was the year when artificial intelligence’s full potential roared into view, and when it became clear that there will be no turning back.
— TIME (@TIME) December 11, 2025
For delivering the age of thinking machines, for wowing and worrying humanity, for transforming the present and transcending the… pic.twitter.com/mEIKRiZfLo
La publicación los comparó con los constructores de los grandes rascacielos del siglo XX, al considerar que hoy la IA no solo transforma industrias, sino que influye directamente en la geopolítica, la economía y los desafíos globales como el cambio climático.
En el terreno tecnológico, 2025 consolidó a los modelos multimodales y de razonamiento avanzado.
La IA ya no solo responde preguntas, ahora analiza texto, imagen, audio y video de manera simultánea.
- ●OpenAI lanzó GPT-5 en agosto y su versión 5.2 en diciembre, destacando por su capacidad de razonamiento complejo y edición de imágenes
- ●Google presentó Gemini 3 Pro, enfocado en el procesamiento masivo de datos en tiempo real
- ●Gemini 3 Flash se posicionó como el más veloz para buscadores
- ●Anthropic reforzó su presencia con Claude, apostando por un enfoque ético y de mayor seguridad para el sector corporativo.
El impacto económico de esta revolución también fue contundente. Nvidia se consolidó como la empresa más valiosa del mundo al superar los 5 billones de dólares de capitalización.
De acuerdo con Gartner, el gasto global en infraestructura y desarrollo de IA cerrará 2025 en alrededor de 1.5 billones de dólares, equivalente a cerca del 2% del PIB mundial.
Sin embargo, este crecimiento ha encendido alertas sobre el futuro del empleo.
Consultoras como McKinsey estiman que para 2030 hasta el 30% de las tareas laborales en países como Estados Unidos podrían automatizarse, alimentando el debate sobre si la IA representa un salto histórico en productividad o una posible burbuja económica.
Aun así, líderes políticos como Donald Trump han defendido al sector, asegurando que es clave para competir con potencias como China.
No todo fue avance. El año también dejó controversias y retos éticos.
Casos de afectaciones a la salud mental, incluyendo demandas tras interacciones problemáticas de adolescentes con chatbots, llevaron a empresas tecnológicas a reforzar controles y a estados como California a impulsar regulaciones más estrictas.
Además, las redes sociales se vieron saturadas de contenido de baja calidad generado por IA, conocido como “slop”, lo que intensificó la desinformación.
En respuesta, la Unión Europea puso en marcha en agosto el AI Act, el primer marco legal integral para regular los riesgos de esta tecnología y proteger derechos fundamentales.
En México, el panorama fue de contrastes.
Por un lado, directivos de Nvidia señalaron que el país está “despertando”, con universidades y startups invirtiendo en infraestructura propia para reducir la dependencia tecnológica externa y avanzar hacia una mayor soberanía digital.
Por otro, el Banco de México incluyó por primera vez a la IA como un riesgo para la estabilidad financiera, advirtiendo sobre el uso de estas herramientas por parte del cibercrimen para ataques de phishing y ransomware.
Banxico mantiene un nivel de alerta preventiva y coordina acciones para proteger sistemas clave como el SPEI.
Así, 2025 dejó claro que la Inteligencia Artificial ya redefine el presente.
Para México y el mundo, el desafío no será solo aprovechar la inversión y la innovación, sino equilibrarlas con regulación, seguridad y formación de talento capaz de sostener este nuevo orden tecnológico.
